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Bienvenidos amables amigos y consecuentes lectores de nuestra................. COLUMNA DE PAPEL

Blog de Juan Yáñez, desde San Juan de los Morros, Venezuela....

LA FINALIDAD DEL PRESENTE BLOG ES PARA EXPRESAR IDEAS, COMENTAR LO QUE CONSIDERAMOS DIGNO DE ELLO Y HASTA PARA DECIR LO INCONVENIENTE SI FUERA NECESARIO...




LOS EMPLEOS IMAGINARIOS

Juan Yáñez

El 30 de noviembre pasado y de la pluma de Mario Vargas Llosa, en “El País” de Madrid, se publicó un interesante y la vez curioso artículo, titulado: “El archivista y los empleos imaginarios” en él, el escritor narra las experiencias de su último viaje a África.

 Su relato despertó nuestro interés por los acontecimientos que se suceden en un país del inmenso continente africano, llamado actualmente: República Democrática del Congo y que otrora se le conoció como: Estado Libre del Congo y que fuera insólitamente propiedad privada de Leopoldo II, rey de Bélgica.

La Historia Universal muestra al monarca como un personaje, avaricioso y cruel,-por decir lo menos- que se convirtió en un despiadado tirano que mediante argucias y complicidades de poderosos estados logró el reconocimiento internacional de su colonia. Es entonces que establece un brutal y sanguinario sistema de trabajos forzados con los que sojuzgó durante trece años a los habitantes del Congo convirtiéndolos en esclavos.

 Para controlar las rebeliones de los nativos, instauró un régimen de terror, en el que se asesinaba y mutilaba a mansalva. La cifra es aterradora, la mayoría de los cronistas reportaron entre cinco y diez millones de muertos. Es en 1900, en que se inició un escándalo internacional que obligó al tirano a renunciar a su dominio personal y entregarlo a la administración de su país y que pasó a llamarse Congo Belga.

 A partir de allí la nación fue gobernada por las autoridades belgas, quienes no supieron, o no pudieron, o simplemente no tuvieron la voluntad de civilizar adecuadamente a su población; de desarrollar la educación, la producción el comercio libre y por ende abrirla al mundo y hacerla prosperar. Nada de eso se hizo, sino por el contrario se explotó desmesuradamente a sus ciudadanos, se continuó con la esclavitud y el monopolio colonial, hasta 1960, oportunidad en que el país logró su independencia.

 Sin embargo, hoy a casi 50 años de convertirse en un país libre y soberano, la situación no parece haber cambiado; acaso luce maquillada y por sobre todo se ha convertido en un país de ficción. La realidad de su vida cotidiana parece ser una obra literaria, la que no es leída, sino vivida por sus habitantes.

 Amigos lectores, lo insólito todavía no lo hemos escrito, pero para allá vamos…. Nos anticipamos en aclarar que relataremos la historia, que hemos leído en “El País “ y lo haremos en primera persona, es decir, como protagonistas…, con nuestras propias palabras. Para ello es necesario que nos ubiquemos frente a un espacio físico, que corresponde a la ciudad de Boma, la antigua capital colonial, con sus edificios de la época:

Alli está la mansión del Gobernador General, la iglesia, las casas, los edificios gubernamentales, todos de estructura de madera, de dos pisos y paredes de oxidadas planchas de hierro. Todo está ruinoso pero en pié; también vemos la plaza arbolada, el cementerio casi oculto por la maleza, aunque se observan algunas lápidas de sus antiguos difuntos.

Entramos a un edificio acompañados por un funcionario público. Él es el archivista, llamado Monsieur Placide, quien obra de guía y nos conduce al primer piso, a una oficina en la que solo se encuentran dos escritorios, con dos señoras sentadas ante ellos. Nuestro acompañante, con cierto orgullo nos dice: -Esta es la Biblioteca Pública de Boma.

 Nos presenta a la bibliotecaria y su ayudante. Extrañamente no hay un solo libro a la vista; nos explican que el material de lectura está guardado en espera de presupuesto para construir los estantes y las mesas de lectura, que se ocuparán en su momento de ávidos y entusiastas lectores. Mientras tanto ellas ocupan sus puestos de trabajo y cumplen con su horario reglamentario y cobran su sueldo regularmente.

De allí vamos a la Estación Terminal Ferroviaria, un imponente edificio; allí vemos en una enorme placa de bronce, que fue inaugurado en 1877. Hay mucho movimiento; policías vigilando las instalaciones, el Jefe de Estación en su oficina, los empleados sentados ante sus escritorios, llenando documentos en máquinas de escribir, dando y recibiendo órdenes.
Las boleterías abiertas, con su personal en espera de expender pasajes; los tableros de horarios de salida y llegadas de trenes; todo muy ordenado y atareado, pero allí desde hace mucho tiempo, no parte ni llega ningún tren. Algún día se reanudará el servicio, nos dicen; el personal está pronto y en espera para cuando llegue la fecha.

Visitamos los talleres de reparaciones, repletos de vagones y locomotoras fuera de servicio; todo oxidado e inservible. Muchos operarios con sus uniformes, ocupados en ficticias reparaciones; toda una absurda representación en la que participa toda la comunidad. Pronto nos damos cuenta que el disparate alcanza a todo lo imaginable.

Hasta el Aeropuerto Internacional de Kinshasa dispone de espacios que antes ocupaban compañías aéreas, -ahora inexistentes- que aún conservan sus instalaciones y sus logotipos; sin embargo los empleados, como en otros tiempos asisten a su trabajo. Es un mundo de ficción en la que participan millares de congoleños creando la ilusión de trabajar.

¿Qué pueden ellos hacer? Quizás logren así, además de percibir un misérrimo sueldo, mantener las esperanzas y así evitar la desesperación. Sin duda la ficción es un refugio que en algún momento termina, como hace la noche, que se vierte irremediablemente en un real y crudo amanecer…

Material gráfico: www.janegoodalles.com  www.africaencolores.blogspot.com   www.gutemberg.org   www.go-coming.com  www.piratasyemperadores.net



Publicado en el Diario La Antena de San Juan de los Morros, Venezuela, el 14.06.09