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Bienvenidos amables amigos y consecuentes lectores de nuestra................. COLUMNA DE PAPEL

Blog de Juan Yáñez, desde San Juan de los Morros, Venezuela....

LA FINALIDAD DEL PRESENTE BLOG ES PARA EXPRESAR IDEAS, COMENTAR LO QUE CONSIDERAMOS DIGNO DE ELLO Y HASTA PARA DECIR LO INCONVENIENTE SI FUERA NECESARIO...




AL BUEN CALLAR LLAMAN SANCHO

Juan Yáñez

Publicado en el Diario La Antena de San Juan de los Morros, Venezuela el 27 de marzo de 2011



                                                             En El Quijote, la célebre novela de Cervantes, además de ser la obra fundamental de la literatura castellana, es un compendio de aforismos de precisa elocuencia. La sabiduría popular brota espontánea en ese relato de ficción y de todas las situaciones por las que atraviesan sus personajes se desprenden enseñanzas  que cumplen un fin didáctico,  claro y perfectamente comprensible por todos. Don Quijote y Sancho, esa pareja inmortal, aún sigue cabalgando, con entusiasmo y soportando los avatares que presentan la vida y su andar es compartido por aquellos que aún queremos cambiar al mundo para bien, para librarlo de las ataduras e intereses despóticos que aún pululan y coartan la libertad por todo el orbe. El mensaje que trasmite Cervantes en su obra,  reboza de de idealismo, de desinterés  y de nobleza, a pesar de que todo ello emerge de una desquiciada e incontrolada mente. Entre tantos proverbios presentes en el libro, el que se halla en el  título de la presente  nota y con la finalidad de ensalzar la virtud que encierra la discreción.

El mejor orador es el que se vale del silencio, dice un preciso aforismo; pero en este caso es necesario hablar, para neutralizar las voces que en forma irracional se hacen oír. Salen de bocas anodinas, cargadas de retórica, de intereses harto personales, de caprichos  intrascendentes y la mayoría de las veces con expresiones ofensivas y bajas. Estos seres poseedores de un descomunal  y aberrante ego pretenden imponer al mundo utópicas ideas, sin comprender que el mundo no funciona por voluntad humana alguna, sino quien lo guía, protege y decide es la suprema voluntad. Del refrán que nos ocupa en esta oportunidad y a propósito de la manía discursiva de estos personajes -que aún serian capaces de  hablar hasta sin lengua- intentaremos hacer una glosa. Desde la frase, “Al buen callar llaman Sancho”, han derivado otras expresiones de más actualidad, y con una intención decididamente metafórica  como:: “Elocuencia de los labios pegados”; la que también aunque con tono subliminal  expone la virtud de la mesura en las palabras.  La frase contenida en El Quijote no se refiere a Sancho Panza, como generalmente se le atribuye, sino a otro Sancho, quien fuera rey de Castilla durante algunos años del primer milenio de nuestra era.
Sancho II, el Fuerte

 También era conocido este monarca por Sancho II, el Fuerte, quien con sus dos hermanos varones  recibiera de su padre el rey Fernando el Grande la potestad de su reino, con la salvedad de la ciudad de Zamora, que correspondería  a Urraca, su única hija mujer. Es entonces, y así consta en el romance, Sancho II, calla cuando sus otros hermanos dicen que aceptan. Y lo hace precisamente porque ya estaba en su mente el despojar, como posteriormente lo hiciera, a su hermana Urraca de su heredad. Con el paso del tiempo la frase desdibujó su contenido y paso a ser una loa a  la discreción. A pesar de todo Cervantes luego de incluir la máxima: “al buen callar llaman Sancho” en su novela, hace que el ingenioso hidalgo le espete a su escudero el verdadero significado de la frase, con estas textuales y destempladas palabras: “Ese Sancho no eres tú, porque no solo no eres de buen callar, sino de mal hablar y de mal porfiar”; con lo que Sancho Panza sale con las tablas por la cabeza y de esa forma aclara la desviación que posteriormente la frase alcanzara y se aceptara como correcta.

  A pesar de todo ello el refrán es de perfecta vigencia, actualidad y viene de perillas para señalar la continua e incongruente verbosidad de los se exceden en su megalomanía discursiva. Aún más, no logran controlar su verborrea cuando se sienten apremiados o se les acerca la candela. Esencial es valerse de la prudencia, la que será siempre una ventaja; correcto es cerrar el pico cuando no se tiene nada conveniente o necesario que decir; también es sensato  que se moderen las palabras, y aconsejable callar cuando el horno no está para bollos,  para no pasar pena o simplemente para evitar que alguien se le ocurra mandarnos a callar de manera imperativa. Con sucesos de esta índole, con solo  conocerlos o presenciarlos, no podemos evitar sentir aquello que se conoce como vergüenza ajena. Evidentemente lo más prudente es callar antes de pronunciar palabras carentes de moderación, de cordura; abstenerse de  proferir amenazas, llenas de  retaliaciones y extravagancias. Pertinente para los que tienen por misión el mando es el obrar concreto; evitar las parafernalias parlantes, que solo engañan a los tontos;  estar pendiente de las acciones de aquellos que han de rendirle cuentas. 



Allí sí,  es menester el empleo de las palabras para aleccionar, corregir o aprobar. Evítense las palabras ofensivas, aplíquense en  la nobleza de respetar a todos por igual, compartan o no, nuestros puntos de vista.  Jamás deberá imponerse la voluntad personal y sí aquella que beneficie al colectivo.  De ese modo nuestra persona y todas las que así obren serán siempre apreciadas, valoradas y reconocidas. Pasen un feliz día,  amigos…

Material gráfico: informandoperu.blogspot.com    nisublogia.com   galeon.com   ellibrodegeno.wordpress.com   javimendez.com   futurosdivociados.com   

LA DERECHA, LA IZQUIERDA Y EL AGUA DE BORRAJAS

Juan Yáñez

Publicado en el Diario La Antena de San Juan de los Morros, Venezuela, el 20 de marzo de 2011

                                                              Derecha e izquierda son conceptos de uso tan elemental y corriente que formaron parte en las primeras manifestaciones del desarrollo de la mollera en el hombre, que lo diferenciaría de cualquier otra criatura. Al caminar erguido y disponer de sus manos para manejar herramientas,  marcó el inicio de un estadio  de su evolución, que la ciencia que viniera mucho después lo distinguiera con el pomposo calificativo de  Homo Sapiens. Este noble bruto, amables y consecuentes lectores, es nuestro antepasado común. Le decimos noble con toda propiedad,  porque en realidad lo era y aún  lo sigue siendo, sin haber perdido tan siquiera un ápice de ese divino atributo, a pesar de muchos comportamientos innobles, inapropiados o definitivamente irracionales que le  hemos evidenciado a través de la historia. Y  bruto sin el menor atisbo de desprecio o injuria, sino por la rudeza de su comportamiento ante las duras eventualidades de la naturaleza, que le tocara soportar, asimilar y superar.  Desde que el Creador nos diera vida a través del soplo divino, la criatura humana se convirtiera en su obra más suprema y a la que le dedicara hasta nuestros días una especial atención y entusiasmo. 

Homo Sapiens
A pesar de nuestra falibilidad e inconsistencia, hemos evolucionado más que cualquier otra especie animal,  desarrollado conocimientos científicos,  realizado empresas sorprendentes y arriesgadas; creado máquinas maravillosas que realizan un sin fin de aplicaciones que facilitan y mejoran la vida; explorado el espacio exterior; el haber llegado a la Luna; también se han desarrollado las comunicaciones con los que se conectan hasta los lugares más recónditos del globo. En este último medio siglo se ha logrado dentro del ámbito de la ciencia y la tecnología, más avance que el obtenido en todo tiempo anterior. Sin embargo  a pesar de haber logrado todos esos adelantos, a partir de nuestras propias capacidades intelectuales, nuestro comportamiento en el campo social, político, religioso, moral, económico, etc., aún dista de ser aceptable. Hace poco, hablando de política expresamos que esta última, cuando se le practica  sin ética, es mera  politiquería y esta praxis se ha extendido por el mundo entero. Hoy día se han mezclado los conceptos y se han falseado los principios o fundamentos; se han inconvenientemente acomodado situaciones de imposible tolerancia o de viciada conveniencia y tantos otros desafueros de toda índole. Oportuno es comenzar por el principio y enfocar nuestra ponencia para comprender el  correcto significado de  la derecha y la izquierda política, para luego referirnos al significado  de la expresión: agua de borrajas. El primero y el segundo vocablo con que titulamos el artículo (derecha e izquierda) son adverbios de lugar, según la gramática castellana. Son diametralmente opuestos y su aplicación al quehacer político proviene de los lugares o asientos que ocupaban a la derecha o la izquierda del sitial del rey en el recinto de los Estados Generales Franceses en 1788.  Una Asamblea  Extraordinaria  que convocaba el rey de Francia.  En el recinto dedicado a ello y a la izquierda del monarca se situaban los representantes del populismo, en las postrimerías del absolutismo, que exigían la  participación  del proletariado, ya volcado a las calles y exigiendo igualdad de derechos y a su derecha los delegados de la nobleza y el clero que eran de tendencia conservadora, absolutista y partidarios del régimen monárquico. Esas diferencias y el mar de fondo político de aquella época, originarían la Revolución Francesa, verdadera revolución que se convirtiera en bandera universal de los derechos humanos y civiles, y  marcarían el final del auge del absolutismo.  Esa es la única razón que existe para diferenciar las ideas, llámense de izquierda o de derecha,  que sustentaban y que aún respaldan estos grupos antagónicos. En todas las democracias del mundo, el Poder Legislativo está representado por todas las tendencias políticas que subrogan a sus electores. Sus miembros son de diversas ideologías, allí conviven y confrontan bancadas de derecha, de izquierda y de todas las variables posibles de opinión.

Estados Generales Franceses de 1788
 No tiene en realidad nada de bueno, de malo; de honroso o pecaminoso sentarse a la derecha o a la izquierda como algunos lo califican, sin saber el porqué de esta situación. Aún van más allá todavía y someten  a escarnio cuando reputan  desdeñosamente a los sentados o ubicados a la derecha, llamándolos de extrema derecha o con el despectivo agregado de oligarcas, por el solo hecho de disentir. Los que los adversan en sus posiciones tampoco le van en saga y del mismo abyecto  modo, los tildan de extremistas de izquierda o de terroristas.  Como se puede fácilmente apreciar, amables lectores, se  alcanza la categoría  más deleznable cuando estas personas se las  ubica en las posiciones más alejadas, -a ambos lados- del lugar donde se hipotéticamente se halla  el  rey. Mucho y hasta el cansancio se ha escrito sobre estas tendencias políticas para que nosotros agreguemos más agua a ese molino. El otro concepto que nos ocupa se refiere al líquido elemento que es indispensable para la vida. En este caso tiene la particularidad de haberse hervido un poco de una hortaliza que crece en España y se le conoce como borraja
Hojas de borraja


 El caldo conseguido se le llama agua de borrajas. Esta infusión es sumamente delicada y su grato sabor,  pasa casi desapercibido. De allí se origina el modismo: acabar en agua de borrajas, que se aplica a aquella circunstancia que simula tener trascendencia y sin embargo finaliza sin la menor importancia. Hoy día y en otras muchas oportunidades de la Historia,  gobernantes de diferentes ideologías solieron y suelen aún  ganar tiempo para minimizar su desgobierno, o los abusos y utilizan la llamada agua de borrajas para aquietar las protestas creando en sus gobernados nuevas expectativas, que son tan falsas como sus personas. Hace poco un político habló ante una populosa audiencia que lo escuchaba con fingido entusiasmo porque para ello habían sido convocados. Entre tanta perorata les habló sobre un filósofo y  escritor francés contemporáneo. Hasta el sol de hoy nadie de los presentes recuerda el nombre de ese intelectual, ni para que habría sido mentado.

 Lo que sí sabe ese público  es que no deben dejar de concurrir  a esos eventos, porque ellos son el complemento indispensable y  necesario para el logro de una correcta representación política y de ello también se vive… Pasen un feliz día, apreciados lectores y amigos. 


Material gráfico: saritapc.blogspot.com   doctorignaciomariano.blogspot.com   dipty.com   1de3.com   noticiasinteresantes.blogcindario.com   rsta.pucmm.edu.do


LAS DICTADURAS, EL AMOR A LA PATRIA Y LA MÚSICA...

Juan Yáñez

Publicado en el Diario La Antena de San Juan de los Morros, Venezuela el 13 de marzo de 2011
Sergei Prokofiev  (1891-1953)

                                                    
                                    “El aire del extranjero no me inspira, porque soy ruso, es decir la persona menos indicada para estar en el exilio, para establecerme en un ambiente psicológico que no es el de mi raza. Mis compatriotas y yo llevamos con nosotros a nuestro país. No todo, pero sí una parte, lo suficiente para sufrir un poco de melancolía al principio, después cada vez más, hasta que al final entramos en crisis”. (Palabras de Prokofiev, hablando con Serge Moreux, en junio de 1933.)
                                                                    Elocuentes, precisas y con una buena dosis de tristeza,  fueron queridos amigos, las palabras del compositor ruso Sergei Prokofiev cuando vivió en el extranjero, obligado por las hostilidades de índole política y también de la  exacerbada envidia de sus  mediocres colegas, que acomodados dentro de  las asociaciones de  artistas proletarios de su país, obraban de acuerdo a los lineamentos de los jerarcas del  aberrante comunismo bolchevique.


 Había nacido este talentoso músico en 1891 en Ucrania en el seno de una familia de la clase burguesa. Desde sus primeros años mostró una notable capacidad para la música. Realizó estudios formales en el reconocido Conservatorio de  San Petersburgo y entre sus maestros encontramos a personalidades de primer orden de la música académica como lo han sido los compositores Nikolai Rimski-Korsakov y Anatoli Liadov,  entre otros, quienes  sorprendidos por su incipiente talento le vaticinaron al joven Sergei, un destacado futuro en el mundo de la música. No se equivocaron sus maestros, el alumno se convertiría en uno de los principales compositores del siglo XX.  De 1919 a 1933, es decir durante 14 años se ocupó realizando conciertos en Europa. Fue un concertista de piano calificado que solía interpretar sus propias composiciones, entre ellas sus conocidos conciertos para piano que fueron cinco y de igual número sus sonatas. Una de sus primeras composiciones le dio suficiente fama y prestigio, fue su Concierto Nº 1 para piano que compuso en 1911 y que es una de las piezas para este instrumento más significativas que existen. Luego acrecentó su valía en 1914, cuando dio a conocer  su Suite para piano y orquesta. En sus composiciones  siempre están presentes las tradiciones y el espíritu de su país.  
Troika rusa
De su inspiración es la conocida canción navideña “Troika”, de El Teniente Kijé, que inspirara a Sting para componer su canción Russians. Asimismo La Danza de los Caballeros”, de su ballet Romeo y Julieta es utilizada para alentar al equipo de fútbol de un conocido club inglés. Otra composición ampliamente difundida de Prokofiev es “Pedro y el Lobo”, hermosa pieza realizada para el público menudo donde muestran los instrumentos de la orquesta y compara su sonido con el hablar de las personas y de los animales. Su obra sinfónica más lograda es la Sinfonía Clásica, compuesta en 1918 que marca el encuentro del estilo clásico del siglo XIX con las irreverencias armónicas que inspirara a muchos compositores modernos.
Imagen alusiva para Pedro y el Lobo
En 1921 compuso una de sus más célebres óperas, El Amor de las Tres Naranjas, basada en una fábula del italiano Carlo Gozzi.  En 1933 toma por esposa a una cantante de origen español llamada Lina Lluvera y regresa a la Unión Soviética en 1936. Allí se encuentra con un ambiente político poco prometedor para un músico acostumbrado a componer lo que de su inspiración brota libremente. El régimen comunista  le condiciona y pone pautas. Él logra hacer obras de trascendencia, sin apartarse de la música formal, ajena a la política y así es aceptado, aunque con muchas reservas por el gobierno. Posteriormente en 1948 es censurado por el Politburó donde se le recrimina, según ellos “un excesivo formalismo”. A partir de allí intenta adaptarse a las exigencias del régimen  y compone la ópera “Cuento de un Hombre Auténtico” a su entender con un lirismo apropiado al gusto de la Revolución pero no lo consigue. Es después en 1952 que compone su Sinfonía nº 7, con la que logra conformar a los autócratas del Politburó y hasta alcanza el “Premio Stalin”.
Sergei Prokofiev, logro a pesar de las limitaciones que le impuso la más despiadada de las dictaduras conocidas, una obra relevante, llena de inspiración y de mística. Indudablemente hubiera podido alcanzar mejores resultados si  hubiera vivido en un orbe libre y armonioso. Ese fue el mundo que le tocó vivir y sin duda su destino. Supo adaptarse aunque a medias, soportar la ignorancia y el fanatismo del sistema dictatorial que asolara a la Europa Oriental durante el siglo XX. 
Catedral Basilio en Moscú

 Fue ruso de cuerpo y alma; el medio en donde nació, se formó y en el que dio sus frutos, lo condicionaba en su inspiración y de allí partía su talento. Bien hubiera podido vivir lejos de su patria donde era reconocido, admirado, querido y respetado. Imposible le fue adaptarse  y la decisión de regresar a su patria partió de su propia voluntad. Allí en la Madre Rusia se sentía identificado con su raza, con las costumbres y los sentimientos de una tierra pródiga en arte y de una particular  relevancia cultural.
Su música será siempre un patrimonio de exquisito valor para las nuevas generaciones de músicos y para enriquecer a la música de todos los tiempos.… 
Una representación de la ópera de Prokofiev, El amor de las tres naranjas.

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EL PODER DE LA VERGÜENZA

Juan Yáñez
Publicado en el Diario La Antena de San Juan de los Morros, Venezuela el 6 de marzo de 2011.


                                                                 No existe nada más apropiado para aquellos que somos aficionados a la lectura, que tener un diccionario siempre a mano.  En muchas oportunidades desconocemos, dudamos o tergiversamos el significado de las palabras. Vergüenza, significa en el hablar de Castilla: “Turbación del ánimo, que suele encender el color del rostro, ocasionada por alguna falta cometida o por alguna acción deshonrosa o humillante, propia o ajena”. También es: “Pundonor, estimación de la propia honra”; un ejemplo de esta apreciación es, cuando de alguien se dice: Es un hombre de vergüenza. Que equivale a ser un hombre con dignidad, honor y principios. Hacia estos tres últimos atributos  se encauza nuestra nota y en ella intentaremos interpretar su correcto significado. Tener vergüenza  es por encima de todo, respetarse a si mismo. Es una cualidad natural que forma parte de nuestros valores éticos y morales que subyacen en nuestra conciencia y no debe, ni puede, doblegarse ni  reprimirse, ni mal adaptarse, sin que ocasione secuelas que afectan nuestra personalidad.

 La capacidad de vergüenza será la medida de nuestros valores. En nuestro diario vivir, en las relaciones de todo tipo, deberá siempre prevalecer la mesura, el decoro y la honorabilidad. Hacia el campo sociopolítico nos dirigiremos, amigos lectores, para evaluar y considerar el sentido de este concepto, ya que es en esta área donde se le deshonra con mayor asiduidad y escarnio. A la vez, los acontecimientos de las últimas semanas en el panorama político internacional que ha afectado al norte de África y al medio oriente vienen signados por descontentos populares que evidencian que en esas partes del mundo la población está diciendo basta a los excesos provocados por gobiernos  que han perdido legitimidad o vigencia. Es provechoso para evaluar lo malo, yuxtaponer  al mismo  lo bueno y de esa manera por simple comparación descubrir las diferencias  Seleccionaremos para ese propósito a una personalidad trascendental  que es sobradamente apreciada y valorada por todos, hasta por sus adversarios, que evidenciaron en su persona una puntual capacidad política, equitativa, transparente, firme y sin ambages. 


Nos referimos a Nelson Mandela, un hombre que se formó a si mismo, dueño de  una especial fortaleza interior y se le valora por su espíritu combativo, dentro de una serena actitud, una generosa capacidad de servicio y una indoblegable  entereza y constancia. Esta última palabra es imposible de obviar para llevar adelante empresas de envergadura; sin embargo el verdadero valor de este hombre radicaba cuando actuaba en la lucha política y revelaba  su calidad humana, su grandeza, su capacidad de tolerancia. el obrar conforme a la verdad y la justicia. Algún filósofo de la antigüedad dijo que cualquier persona  que sirva a sus semejantes con consideración, respeto y virtud, será siempre una fiel imagen de Dios. Ciertamente es, amigos, que en  estos espíritus es donde brota la suprema voluntad y sus decisiones tienen  peso y  firmeza sostenible.  Mandela obraba conforme a la verdad y nada podía estar por encima de esa fundamental premisa. Jamás podremos imaginar a este hombre anteponer nada personal, ni a su conveniencia, ni a la de su familia, amigos, o partidarios y tampoco nada viciado o deshonesto. Vamos ahora a mostrar la otra cara de la moneda.  Nos estamos refiriendo a algún personaje que se encuentre en la acera de enfrente donde se ubicaba Mandela. Nunca faltan estos  elementos quienes con inconfesables propósitos se enquistan en el poder para cometer tropelías, apelan a mil y un  artilugios para conservarlo, violan a mansalva los derechos ciudadanos y humanos, degradan la virtud y se convierten en tiranuelos de opereta. Poco les importa la ideología, porque suelen no tener  ninguna en concreto, pero se disfrazan con aquellas con las que pueden disimular o ocultar sus propósitos.  Viene al caso por los acontecimientos recientes, poner en pico de zamuro al líder libio Gadafi, una personalidad malintencionada y detestable con un historial violento y extremista de viejo cuño. 

Este protervo líder se encuentra  en la cresta  de la ola de una crisis política de envergadura, de inmediato  y comprometido desenlace. No podrá sustentarse por mucho tiempo porque sus acciones y las actuales circunstancias lo han atrapado; no encuentra una salida favorable, menos aún  honrosa. Nacido en el desierto, de sangre beduina, hubiera preferido haber nacido príncipe para obrar conforme a los designios de esa condición y al no ser favorecido por esa eventualidad, canalizó sus ambiciones dentro del fuero militar, que es el poseedor de las  armas, para de esta forma lograr por la fuerza sus apetencias de mando.  En 1969 tomó parte en el golpe de estado que derrocó al rey Idris y a partir de allí supo manejar los tentáculos del poder hasta convertirse en una suerte de líder de un socialismo sui generis,   trampolín que halló a mano para impulsarse hacia el poder.
Gadafi recibiendo al terrorista de Lockerbie


 Estuvo implicado en actos terroristas que han costado muchas vidas y de los que aún no ha respondido suficientemente. 


 A pesar de todo ello, gobiernos del primer mundo tuvieron relaciones acomodaticias e inapropiadas con este personaje, al establecer negociados que tienen que ver con el petróleo y otros intereses. En ello están implicados países de la talla de Francia, España, Italia y otros. 

Chávez entregando la réplica del sable de Bolívar a Gadafi

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