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Blog de Juan Yáñez, desde San Juan de los Morros, Venezuela....

LA FINALIDAD DEL PRESENTE BLOG ES PARA EXPRESAR IDEAS, COMENTAR LO QUE CONSIDERAMOS DIGNO DE ELLO Y HASTA PARA DECIR LO INCONVENIENTE SI FUERA NECESARIO...




EL PODER DE LA VERGÜENZA

Juan Yáñez
Publicado en el Diario La Antena de San Juan de los Morros, Venezuela el 6 de marzo de 2011.


                                                                 No existe nada más apropiado para aquellos que somos aficionados a la lectura, que tener un diccionario siempre a mano.  En muchas oportunidades desconocemos, dudamos o tergiversamos el significado de las palabras. Vergüenza, significa en el hablar de Castilla: “Turbación del ánimo, que suele encender el color del rostro, ocasionada por alguna falta cometida o por alguna acción deshonrosa o humillante, propia o ajena”. También es: “Pundonor, estimación de la propia honra”; un ejemplo de esta apreciación es, cuando de alguien se dice: Es un hombre de vergüenza. Que equivale a ser un hombre con dignidad, honor y principios. Hacia estos tres últimos atributos  se encauza nuestra nota y en ella intentaremos interpretar su correcto significado. Tener vergüenza  es por encima de todo, respetarse a si mismo. Es una cualidad natural que forma parte de nuestros valores éticos y morales que subyacen en nuestra conciencia y no debe, ni puede, doblegarse ni  reprimirse, ni mal adaptarse, sin que ocasione secuelas que afectan nuestra personalidad.

 La capacidad de vergüenza será la medida de nuestros valores. En nuestro diario vivir, en las relaciones de todo tipo, deberá siempre prevalecer la mesura, el decoro y la honorabilidad. Hacia el campo sociopolítico nos dirigiremos, amigos lectores, para evaluar y considerar el sentido de este concepto, ya que es en esta área donde se le deshonra con mayor asiduidad y escarnio. A la vez, los acontecimientos de las últimas semanas en el panorama político internacional que ha afectado al norte de África y al medio oriente vienen signados por descontentos populares que evidencian que en esas partes del mundo la población está diciendo basta a los excesos provocados por gobiernos  que han perdido legitimidad o vigencia. Es provechoso para evaluar lo malo, yuxtaponer  al mismo  lo bueno y de esa manera por simple comparación descubrir las diferencias  Seleccionaremos para ese propósito a una personalidad trascendental  que es sobradamente apreciada y valorada por todos, hasta por sus adversarios, que evidenciaron en su persona una puntual capacidad política, equitativa, transparente, firme y sin ambages. 


Nos referimos a Nelson Mandela, un hombre que se formó a si mismo, dueño de  una especial fortaleza interior y se le valora por su espíritu combativo, dentro de una serena actitud, una generosa capacidad de servicio y una indoblegable  entereza y constancia. Esta última palabra es imposible de obviar para llevar adelante empresas de envergadura; sin embargo el verdadero valor de este hombre radicaba cuando actuaba en la lucha política y revelaba  su calidad humana, su grandeza, su capacidad de tolerancia. el obrar conforme a la verdad y la justicia. Algún filósofo de la antigüedad dijo que cualquier persona  que sirva a sus semejantes con consideración, respeto y virtud, será siempre una fiel imagen de Dios. Ciertamente es, amigos, que en  estos espíritus es donde brota la suprema voluntad y sus decisiones tienen  peso y  firmeza sostenible.  Mandela obraba conforme a la verdad y nada podía estar por encima de esa fundamental premisa. Jamás podremos imaginar a este hombre anteponer nada personal, ni a su conveniencia, ni a la de su familia, amigos, o partidarios y tampoco nada viciado o deshonesto. Vamos ahora a mostrar la otra cara de la moneda.  Nos estamos refiriendo a algún personaje que se encuentre en la acera de enfrente donde se ubicaba Mandela. Nunca faltan estos  elementos quienes con inconfesables propósitos se enquistan en el poder para cometer tropelías, apelan a mil y un  artilugios para conservarlo, violan a mansalva los derechos ciudadanos y humanos, degradan la virtud y se convierten en tiranuelos de opereta. Poco les importa la ideología, porque suelen no tener  ninguna en concreto, pero se disfrazan con aquellas con las que pueden disimular o ocultar sus propósitos.  Viene al caso por los acontecimientos recientes, poner en pico de zamuro al líder libio Gadafi, una personalidad malintencionada y detestable con un historial violento y extremista de viejo cuño. 

Este protervo líder se encuentra  en la cresta  de la ola de una crisis política de envergadura, de inmediato  y comprometido desenlace. No podrá sustentarse por mucho tiempo porque sus acciones y las actuales circunstancias lo han atrapado; no encuentra una salida favorable, menos aún  honrosa. Nacido en el desierto, de sangre beduina, hubiera preferido haber nacido príncipe para obrar conforme a los designios de esa condición y al no ser favorecido por esa eventualidad, canalizó sus ambiciones dentro del fuero militar, que es el poseedor de las  armas, para de esta forma lograr por la fuerza sus apetencias de mando.  En 1969 tomó parte en el golpe de estado que derrocó al rey Idris y a partir de allí supo manejar los tentáculos del poder hasta convertirse en una suerte de líder de un socialismo sui generis,   trampolín que halló a mano para impulsarse hacia el poder.
Gadafi recibiendo al terrorista de Lockerbie


 Estuvo implicado en actos terroristas que han costado muchas vidas y de los que aún no ha respondido suficientemente. 


 A pesar de todo ello, gobiernos del primer mundo tuvieron relaciones acomodaticias e inapropiadas con este personaje, al establecer negociados que tienen que ver con el petróleo y otros intereses. En ello están implicados países de la talla de Francia, España, Italia y otros. 

Chávez entregando la réplica del sable de Bolívar a Gadafi

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