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Bienvenidos amables amigos y consecuentes lectores de nuestra................. COLUMNA DE PAPEL

Blog de Juan Yáñez, desde San Juan de los Morros, Venezuela....

LA FINALIDAD DEL PRESENTE BLOG ES PARA EXPRESAR IDEAS, COMENTAR LO QUE CONSIDERAMOS DIGNO DE ELLO Y HASTA PARA DECIR LO INCONVENIENTE SI FUERA NECESARIO...




MARK TWAIN, EL ESCRITOR DEL MISSISSIPPI

Juan Yáñez
Publicado en el Diario La Antena de San Juan de los Morros, Venezuela el 27 de noviembre de 2011
                            A Carl Frank Newton, viejo amigo estadounidense,  quien nos  recordara la  emoción que viviera, cuando siendo niño, contemplara y tocara  las aguas del significativo río, llevado de la mano de su padre
                                                                              Amables y pacientes lectores, como han notado, seguimos en la onda literaria. La literatura es un agradable refugio que compensa con creces el estrés que provoca maremagno existencial de estos últimos tiempos. Hoy nos permitimos invitar a esta columna, a un escritor que  la literatura universal no puede dejar de mencionar y las razones porque sobresale en su oficio, se subordinan a la originalidad, la naturalidad, la frescura, la expresividad y el atrayente vigor narrativo de sus obras. El personaje de estas líneas es Samuel Langhorne Clemens,  mejor conocido como  MARK  TWAIN,   (1835-1910)  del que se cumplieron, el pasado año, 100 años de su muerte
Mark Twain


Muchos de nosotros, que desde niños nos apasionó la lectura, recordamos sus libros y entre ellos se destaca su más famosa obra: Aventuras de Huckelberry Finn,  aquella novela de aventuras que leímos por vez primera, al comenzar la adolescencia; en esa etapa de la vida en que se manifiestan las rebeldías más inexplicables e incomprensibles. Leer a Huckelberry, significaba compartir y hacernos cómplices de las correrías  del protagonista y su dilecto camarada Tom Sawyer. Acontecimientos plenos de osadías y ocurrencias que protagonizaban dos muchachos de nuestra misma edad y análogas aficiones. Esta obra es, según opinión de  Ernest Hemingway, el mejor libro que se haya jamás escrito y que fuera editado en 1884.  En su texto se relatan las aventuras de un muchacho inquieto, de humilde  extracción social, que con lenguaje popular narra en forma coloquial, vivencias de gran interés e ingenio. En la obra están  reflejadas sus primeras experiencias en la vida, del gran  río, que en torno a él se desarrolla la trama, que nos describe la vida de los lugareños,  de los esclavos negros, de las peculiaridades, costumbres y hábitos de la época. Escribió asimismo otras dos obras con similar contenido e importancia como son,  Las Aventuras de Tom Sawyer,  y Vida en el Mississippi. 

El escritor eligió su apodo de una expresión popular norteamericana que se utilizaba en la navegación  del Mississippi, el gran río de su niñez y juventud; y que significa “marca dos brazas”. La locución refiere a la expresión del encargado de medir la profundidad del cauce del río cuando se navegaba y de esa manera prevenía  al piloto el riesgo de encallar. Se le considera uno de los grandes escritores y el  más destacado humorista de la literatura norteamericana y el que más supo mostrar en sus obras el genuino espíritu nacional de su país. Este carácter disponía de una sutil pero marcada sátira e ironía y a la vez con un sentido afectuoso y  humano.  Criado en el ambiente aldeano y pobre  de los pueblos ribereños del Mississippi, se nutrió de su cultura y se formó a si mismo en el saber intelectual. Temprano dejó la escuela al morir su padre, del que solo heredó la pobreza y se inicia siendo poco más que un  niño en la actividad periodística en los talleres de imprenta de una publicación de su pueblo. Posteriormente realiza  el sueño que desde niño lo marcó definitivamente en su relación  con el río más emblemático y representativo de su nación. Fue aprendiz de piloto de vapores que navegaban en el gran río y de sus experiencias  provinieron las contingencias que más tarde contará  en Vida en el Mississippi. Al estallar la Guerra Civil (1861-65) fue reclutado por las fuerzas sureñas durante toda la contienda. Enviado a Nevada y California tuvo oportunidad en formarse intelectualmente y se desarrolló como escritor y conferencista. Al finalizar la guerra  escribía artículos de un humorismo nacional y popular  en un importante periódico de Nueva Orleáns. Luego en 1867 viaja a Europa, Asia y Áfica como corresponsal.  En 1868 publica una serie de cuentos en un libro con el jocoso título de La célebre rana saltarina del condado Calaveras. En 1870, ya convertido en un periodista destacado en el ambiente político del Congreso, publicado ya libros que lo reconocían como un escritor de mérito y en un conferencista solicitado y bien remunerado, se instala en el este y contrae nupcias. 

Comienza una etapa de su vida en que el éxito y la prosperidad lo galantean y lo convierten en una personalidad altamente apreciada y popular. Esa alta calidad de vida no duró mucho. A pesar de haber ganado mucho dinero y de haberlo disfrutado, su talento como escritor no hizo eco en las inversiones de alto capital que emprendiera en la industria gráfica, que lamentablemente lo llevaron a la ruina. En la última parte de su vida hubo de soportar la tragedia familiar.  Murieron sus dos jóvenes hijas, su mujer y desencadenaron estos sucesos una aguda crisis espiritual de la que a duras penas pudo apenas controlar. Sin embargo continuó produciendo en desigual lucha con su interior, pero con tesón, que a su muerte en 1910 dejó mayor número de manuscritos que la totalidad de su obra publicada. En sus últimos años escribió una Autobiografía que fuera publicada en 1924 en la que sintetiza su personalidad que se reconoce como nada excluyente, altamente solidaria y rica  en valores de contenido espiritual y humano. Pasen un feliz y plácido domingo, amables amigos…


Material gráfico: smorning.wordpress  1001libros.com   blocs.xtfc.cat

LAS LANZAS COLORADAS “

Juan Yáñez
Publicado en el Diario La Antena de San Juan de los Morros, Venezuela el 20 de noviembre de 2011              
                                       “Destaqué al Sargento Ramón Valero con ocho soldados…, conminando a todos ellos con la pena de ser pasados por las armas si no volvían a la formación con las lanzas teñidas en sangre enemiga… Volvían cubiertos de gloria y mostrando orgullosos las lanzas teñidas en la sangre de los enemigos de la patria”.  José Antonio Páez
                                                       La Historia ha sido siempre una disciplina fundamental   y lamentablemente se pretende en estos últimos tiempos, por algunos que poco les interesa o les incomoda, obviarla. Pero será tiempo perdido ese absurdo propósito, porque la Historia posee testimonios indefectibles y precisos con los que se va nutriendo a cada instante, que es imposible prescindir u ocultar.  A pesar de ello, no renuncian a tergiversarla o acomodarla a sus intereses o caprichos, sin percatarse que no conseguirán  otra cosa que envilecerla, desvirtuarla, adulterarla y entonces perderá la autenticidad que le es esencial y no quedaría  otra cosa que  patraña. Pareciera que olvidando el pasado se pretendiera construir un presente ficticio, lleno de simulaciones y embustes. Por ello la Historia será siempre eficaz consejera y servirá para dar el verdadero y justo valor a los hombres y a sus obras. Es Venezuela rica en historia y en ella están reportados acontecimientos plenos de valor y osadía que se suscitaron durante la Guerra de la Independencia que se escenificara en el territorio de lo que fuera la Capitanía General de Venezuela y que consolidara luego la idea de patria o nación. La Independencia se gestó con personajes de la más diversa condición, que lucharon en cruentas acciones, tan feroces y salvajes que aquellos que no fueran temerarios o valientes  debieron serlo a juro, es decir, apremiadamente; porque no quedaba otra alternativa posible. Es nuestra intención ocuparnos en esta nota, amables y consecuentes lectores, no precisamente de historia, sino de literatura histórica, lo que equivale a hacer de  hechos reales, una representación imaginada por el autor, aunque ceñida y veraz a lo objetivamente acontecido. La obra elegida ya se ha citado en el título, es una novela que se convertiría junto con otras, también de autores latinoamericanos, en lo que se llamó narrativa regionalista. Arturo Uslar Pietri, escribió “Las Lanzas Coloradas”, en una estadía en París y que publicara en 1931 en España. El escritor logró en esa narración, mostrar el esteriotipo del llanero venezolano en su faz guerrera o combatiente. La obra se convertiría en una de sus más difundidas creaciones intelectuales y que le diera reconocimiento universal. La  corriente literaria en que está encuadrada la narración, se iniciara a principios del siglo XX. Similares connotaciones de forma y estilo las encontramos en La Vorágine, del escritor colombiano José Eustaquio Rivera, publicada en 1924, también en “Don Segundo Sombra”, del argentino Ricardo Güiraldes de 1926 y posteriormente en 1929, aparece “Doña Bárbara”, de su compatriota Rómulo Gallegos. De la misma forma que Uslar Pietri logra en su libro una descripción fiel del llanero de esta tierra, Rivera la hace con el hombre de la selva colombiana y también Güiraldes esboza al gaucho argentino. Todas las obras nombradas tienen como factor común un simbolismo acentuado por las particulares características de las regiones donde habitara el hombre que dará vida a cada uno de los relatos.  Uslar, en “Las Lanzas Coloradas” prescinde del paisaje y del expresivo regionalismo para enfocar directamente el desnudo drama humano. Ese aspecto bien lo explica el escritor en la Presentación de sus Obras Selectas (Madrid-Caracas, 1956). Detalla que la redactó: “(…) frente a una ventana que daba a una calle gris, sin mirar la ventana ni la calle, sino asediado de las visiones de mi país. No entré por el camino de la novela histórica  por gusto arqueológico o por manía reconstructiva, sino porque pensé que para expresar lo nacional, fuera del mero paisajismo, había que comenzar por buscarlo en las horas en que alcanzó su más alta y reveladora tensión. Sentía que en el impulso destructor y creador de la Guerra de Independencia se había revelado de un modo pleno la condición criolla de nuestra humanidad. Fue el primer momento en que el alma criolla pudo entregarse con  fruición posesiva a la irrestricta expresión de su ser. Por eso en mi novela lo reconstructivo tiene una mera importancia de marco y todo el esfuerzo de expresar está concentrado en los seres y en su relación con los sucesos.”
Se hace necesario explicar que la novela no constituye una crónica general sobre la guerra independentista, sino que refleja en su texto, la particular contienda sobre los sucesos acaecidos en 1814, que se dieron lugar, cuando los patriotas se debatieron en lo que se llamó: Guerra a Muerte, protagonizada con las huestes realistas en pleno llano venezolano. Bolívar subyace en la novela como una figura invisible que lo impregna todo sin tomar cuerpo en ningún hecho. Para las fuerzas realistas compuestas por llaneros que comandaba Boves, el Libertador significaba la amenaza aciaga y fatídica. Para las fuerzas patrióticas en contraposición a las anteriores, aunque  constituidas también por llaneros que lideraba  Páez, simbolizaban la esperanza y la libertad. Tendrían que pasar muchos años, salvarse numerosos obstáculos, devenir un sinfín de  acontecimientos para que se reafirmara y perdurase el concepto de patria y se declarara la independencia nacional.  Pasen un feliz y plácido domingo, queridos amigos…  

Material gráfico: Biblioteca Ayacucho   memoriachilena.com

UN LLANERO EN LA CAPITAL

Juan Yáñez
Publicado en el Diario La Antena de San Juan de los Morros, Venezuela el 13 de noviembre de 2011
                                                             Este es precisamente el título de una obra de un escritor llanero, que supo transmitir con su pluma la vida y costumbres de su tierra, quizás la más representativa de la identidad venezolana. El autor de esta narración es el calaboceño Daniel Mendoza. Quien hubo nacido en 1823, cuando Calabozo ya sobresalía como la más importante ciudad guariqueña.  Nuestro llano y en particular el del Guárico, rico en episodios históricos y una fuente inagotable de tradiciones que aún perduran y difícilmente se desdibujen con el correr del tiempo. Es el llanero en su generalidad un individuo avisado, que posee una especial picardía, que rebosa de ironía y hasta de socarronería. Ello viene de lejos, desde que se establecieron los primeros poblados  y hubo que luchar con un medio rústico en demasía, donde la supervivencia no se alcanzaba sino con mucho esfuerzo, tesón  y constancia. En contraste con la vida urbana, donde todo se facilita y se encuentra al alcance de la mano; el medio rural es sumamente agreste, donde hasta lo más sencillo demanda  férrea voluntad. La extensión de su territorio hace que  las distancias se tornen inconmensurables y el aislamiento una circunstancia  insalvable. Igualmente las condiciones de vida hacen que hasta la más simple comodidad sea un lujo inalcanzable y sobresaliendo entre todo ello hubo de soportar desde siempre abusos, despotismos e ingratitudes de la burocracia y la indiferencia citadina. Todo ello inspiró a Daniel Mendoza, el autor de “Un llanero en la capital” a  escribir las peripecias de un personaje típico del llano,  llamado Palmarote, un hombre de pueblo que visita Caracas y desperdiga todo su locuaz  ingenio, pleno de jocosas ocurrencias, mordacidad, con una fingida ingenuidad.  Despliega este personaje toda la sabiduría llanera empleando los refranes populares de su tierra  con los que fustiga a la sociedad capitalina de la mitad del siglo XIX, caracterizada por procedimientos demasiado rígidos, plagados de formalismos estéticos y perfectamente prescindibles. Es entonces que Mendoza ahonda en su relato la crítica a las diferencias culturales, es decir entre lo rural y lo urbano de la venezonalidad y lo hace en forma graciosa, amena y deleitable. Este guariqueño conocía perfectamente las costumbres y las particularidades caraqueñas. Se había educado en El Seminario Tridentino de la ciudad y posteriormente cursó jurisprudencia en la Universidad Central. Una vez graduado regresó a Calabozo para fundar un colegio que no alcanzó a mantenerse por los conflictos políticos que se suscitaron en su época. Luego se dedicó a ejercer el derecho y es a partir de 1844 que su nombre adquiere fama de poeta y de escritor costumbrista. Esta última apreciación es en la que ha de destacarse y despuntar como una de  las figuras centrales del costumbrismo venezolano.  Otras obras de las mismas características y autoría, son: “Muchachos a la Moday “Gran Sarao o las Niñas a la Moda”. Ambas son una sátira a la juventud de la época, llena de frivolidades y cursilerías, que como en todo tiempo y lugar, han dado material para el divertimento social. Mendoza escribe de manera animada y precisa para solaz de jóvenes y viejos. Son unas muestras literarias plenas de gracia y humor que lograra este importante escritor, hoy injustamente poco recordado que muriera muy joven, en 1877 a los 44 años. Otros autores se han ocupado de él, entre ellos Arturo Uslar Pietri nos dice a propósito de “Un Llanero en la Capital y de su autor lo siguiente: “Daniel Mendoza a mediados del siglo, (XIX) relata las jocosas aventuras del rudo hombre de los llanos en la capital, y, en un libro corto e henchido. El llanero allega los materiales y los personajes, y hasta el tono del diálogo y el vocabulario, para una novela de la vida rural en las grandes llanuras”  de igual modo Pedro Díaz Seijas, el ilustre profesor vallepascuense, recientemente fallecido, complementa lo anterior diciendo: “El lenguaje franco, la “fisgonearía” de “Un Llanero en la Capital”, son como la culminación del costumbrismo nacional. Daniel Mendoza ya no irá ya a buscar inspiración en los cuadros de Larra  o Mesoneros Romano, sino que hurgará dentro de lo criollo para extraer la materia prima de sus escritos de costumbres”.
Apropiado es, amables amigos y consecuentes lectores, transcribir un fragmento de esta obra para que apreciemos la original expresividad del diálogo que Palmarote mantiene con un ciudadano caraqueño a quien visita y llama “dotor”  
“…-Hablemos claro, Dotor: aquí se conseña a papelero: aquí es que se apriende a Dotor; pero ya nadie quiere aprender a cura, no, señor ¡Papeles ban y papeles bienen; pero naide dice "dominos bobisco". Cuando saben haser cuatro gasetas, se cren ya unos hombresitos; pero coja U. un Dotor y póngale una soga en la mano, pa que lo bea too regao en la siya. Ni sabe apiársele a un toro, ni arriar una madrina, ni trochar una potranca, ni pasar su siya, ni maldita la cosa. ¡Y esto no es sensia!. No señor: gasetas ban y gasetas bienen: Dotores por ayí; y ni el toro se tumba, ni se jierra el beserro, ni se arrea la madrina, ni se trocha la potranca y se moja la siya. ¡Y too esto no es sensia!
-Qué disparates, Palmarote! ¿Qué sería de la sociedad si todos fuéramos ARREADORES DE MADRINAS, como dice U.? Los cultivadores de las ciencias, como los industriales, como los que ejercen oficios, etc., todos, todos prestan un gran servicio a la sociedad, auxiliándose recíprocamente, y es necesario que todos desempeñen funciones distintas… “
Disfruten de un feliz y placido domingo, amables amigos…


Material gráfico: cuentaelabuelo.blogspot.com   artelista.com


MANDAR O GOBERNAR…

Juan Yáñez

Publicado en el Diario La Antena de San Juan de los Morros, Venezuela el 6 de noviembre de 2011

                                                 "El gobierno será perfecto cuando en él aparezca la virtud de cada individuo, es decir, cuando sea fuerte, prudente y justo"  (Platón, La República, libro VI)

                                               

                                               Mandar y  gobernar son dos verbos con igual acepción pero con diferentes propuestas, amables y consecuentes lectores. Es más, parecen ser sinónimos y en realidad lo son y no carecen de reciprocidad. En  el correcto significado de estas dos palabras, es pertinente asociarlas para expresar conceptos, como por ejemplo: "El mandatario hizo un buen gobierno" o "El gobernante ejerció su mandato adecuadamente". Sin embargo  mando y gobierno pueden ser tan disímiles e incompatibles como lo son el agua y el aceite. Es precisamente en las intolerancias de un gobernante cuando se nota la costura y se sabe para donde van sus intenciones. Mandar dista mucho de gobernar; se gobierna cuando se respetan los derechos, cuando existe equidad, cuando prevalece  la vocación de servicio, cuando la ética y la moral son insoslayables y muchas otras cosas más. Mandar significa imponer, impresionar, alarmar, sobrecoger, afectar, irrespetar, amedrentar, dominar y cuanto disparate se le ocurra a aquellos que arroguen mando. Gobiernos los hay de todas clases, ideologías, ideales, doctrinas.


También es ejercido por personas capacitadas, responsables, sensatas. Del otro lado de la moneda están los chapuceros, mentirosos, indignos. Desde la más remota antigüedad, ha sido más fácil encontrar malos gobernantes antes que buenos. Hoy día, a pesar del desarrollo humano, en lo social, económico, político, tecnológico etc. etc. de esta nueva era, estamos rodeados  de gobernantes indecorosos e incapaces. Felizmente la evolución de la existencia, ha desarrollado una percepción global, donde ya no se toleran actitudes que ofenden y degradan a la condición humana. A pesar de ello, los derechos humanos se violan aún a mansalva, sin embargo a estos desacertados poderes, por fortuna, la opinión pública mundial los hostiga y persigue, aunque lenta, indefectiblemente. Todo gobierno arbitrario tiene sus días contados, sus dignatarios lo saben, viven intranquilos, llenos de miedo y amenazan a más no poder; es el miedo el causante de su ansiedad y desestabilidad emocional.   No es necesario dar nombres, porque son suficientemente conocidos y no valen ni la tinta que se emplearía  para incluirlos. Son figuras que deambulan en el espectro político mundial, siempre interesan a la prensa por sus escándalos y torpezas.  En el tapete están los países árabes y otros, que con su despotismo y la forma brutal y despiadada con que espolean a sus adversarios Uno tras otros de esos oprobiosos regímenes van cayendo a fuerza del desgaste político y las atrocidades que cometen.


Años atrás estuvieron de moda las dictaduras militares en algunos países  latinoamericanos,  hoy felizmente superadas, aunque no escaparon en algunos casos de un posterior y malsano flagelo del populismo; animadversión extendida  en algunos países de la región, que consiste en seducir a los que menos tienen con falsas promesas,  también a  los que les gusta vivir a expensas del estado para recibir indulgencias, subsidios, dádivas, chantajes y cuanta cosa sea necesaria para ganar su voto. Cuantiosos recursos se han malgastado por gobiernos de este talante que han escamoteado y dispuesto el peculio público como una hacienda personal.  Otra característica de estas modalidades  es la impunidad absoluta ante delitos flagrantes en contra de los ciudadanos y el enriquecimiento escandaloso de gobernantes, de sus personeros, familiares y amigos con dineros públicos. Estos gobiernos se autodefinen como democráticos, porque fueron elegidos mediante sufragio popular, pero apelando al juego sucio plagado de cínicas corruptelas. Sin duda pasarán muchos años lograr curar las heridas de un patrimonio público desvastado por “revoluciones” que más apropiadamente deberían llamarse de  otra manera, mucho más precisa y no el cuento chino que insisten en contar. 


Don Quijote aconsejando a Sancho

Sacado del Quijote, la obra cumbre de Cervantes, es apropiado ilustrar la presente nota con los consejos que dio Don Quijote a Sancho antes de irse éste a gobernar la Ínsula Barataria. Tomaremos algunos de ellos para precisar nuestras palabras.  Este inmortal dúo, personajes de una obra maestra de la Literatura, que trasluce la sabiduría del escritor Miguel de Cervantes Saavedra  expresando lo que todo gobernante debe  tener en cuenta al momento de administrar.

“Primeramente, ¡oh, hijo!, has de temer a Dios; porque en el temerle está la sabiduría, y siendo sabio no podrás errar en nada. Lo segundo, has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse. Del conocerte saldrá el no hincharte, como la rana que quiso igualarse con el buey; que si esto haces, vendrá a ser feos pies de la rueda de tu locura la consideración de haber guardado puercos en tu tierra.  Haz gala, Sancho, de la humildad de tu linaje, y no te desprecies de decir que vienes de labradores; porque viendo que no te corres, ninguno se pondrá a correrte; y préciate más de ser humilde virtuoso, que pecador soberbio. Innumerables son aquellos que de baja estirpe nacidos han subido a la suma dignidad pontificia o imperatoria; y de esta verdad te pudiera traer tantos ejemplos, que te cansaran…” De los seres que ejercen el decoro y la dignidad siempre se aprende. Enriquecedor es para gobernantes y gobernados ajustarse a los principios del honor, la ética y despreciar la transgresión y el envilecimiento. Pasen un feliz y plácido domingo amigos todos… 

material gráfico: deisysfermaqueo.wordpress.com   dzacatecas.com.mx   paquele-cla.blogspot.com