EL OPTIMISMO COMO META
Juan Yáñez
Publicado en el Diario La Antena de San Juan de los Morros, Venezuela el 31 de diciembre de 2011
La vida tiene su lado sombrío y su lado brillante; de nosotros depende elegir el que más nos plazca. Samuel Smiles (1812-1904) Escritor y reformista escocés.
El optimismo es una actitud ante la vida, amables amigos y consecuentes lectores. Ser optimista es una disposición natural del ser humano que debe ser enaltecida y elogiada regularmente para no permitir que su antónimo, -el pesimismo, de tan nefastas consecuencias- la doblegue y nos convierta en personas abatidas. Las incongruencias que muchas veces nos ofrece la vida, nos suele alterar el ánimo y por ello derivamos en actitudes desesperanzadoras y caemos en el pesimismo, una mala compañía que deriva de la servidumbre hacia lo negativo o tendencia maligna al abatimiento y la depresión. El optimismo es el resultado de una fortaleza interior que ayuda a enfrentar las dificultades y superarlas. Todos somos potencialmente optimistas o pesimistas, dependiendo de nuestras aptitudes mentales y espirituales. La diferencia estriba en el desarrollo y la aplicación de nuestras cualidades personales. Algunos de nosotros mostramos entusiasmo ante las oportunidades que buscamos o que nos ofrece la existencia, aunque estas no sean suficientemente adecuadas o ventajosas. Otros con una personalidad altiva o inconforme, encuentran o imaginan, obstáculos que no se atreven a superar. Maligna es la apatía y también lo es la desmesura en las apetencias. Asimismo señalamos que, benévola es la voluntad cuando va de la mano de la mesura. Los individuos de temple, moral y valor serán siempre los que indicarán el camino correcto y merecedores de ponderación y respeto. La moderación y la sensatez serán elementos infaltables para el desarrollo del optimismo. Del mismo modo es fundamental el incremento y fortalecimiento de la autoestima. Estimarse es despertar los valores humanos y sensibilizar la existencia. También algunos de nosotros solemos ser criaturas débiles o inseguras y en otros casos con conductas inadecuadas o réprobas que afectan nuestra relación con el entorno. Es importante que se cultive la percepción evaluativa de nosotros mismos, que seamos concientes de nuestra forma de ser, de comportarnos. Evaluarnos, corregir nuestras debilidades y potenciar nuestras virtudes. La autoridad que establecen los principios éticos serán los factores determinantes de nuestra personalidad y de nuestra valía. Los seres íntegros, honestos y solidarios serán concientes de su probidad, por ende claros y seguros de sus comportamientos. También sus personas serán cónsonas con sus cualidades éticas, por sobre todo útiles a si mismos, competentes por su alta autoestima en cualquier situación de la vida y capaces de brindar ayuda a los demás. Según Martin Seligman, psicólogo de la Universidad de Pensilvania que ha hecho todo tipo de estudios acerca de las diferencias entre la manera de pensar de los optimistas y la de los pesimistas, opina: “Un optimista es aquel que cuando le sale mal algo o quiere conseguir algo se plantea "que es lo que yo tengo que hacer o cambiar en esta situación", mientras que un "pesimista" es aquel que se ve a si mismo como impotente ante un mundo adverso, o a merced de su propio carácter, que le es imposible cambiar”. El optimismo es un apéndice de la Esperanza que junto con la Fe y la Caridad constituyen según la teología cristiana, las Virtudes Teologales que son aquellas que el Creador propaga en la razón y en la voluntad del hombre para proyectar sus actos hacia Dios. Estar en paz consigo mismo, con nuestros semejantes y con toda la Creación es una actitud positiva y por lo tanto optimista. Todo lo contrario será una actitud desintegradota y conflictiva. Hasta la salud se beneficia o perjudica de acuerdo a nuestro temperamento. Las personas cuanto más desarrollan el optimismo mejoran su resistencia a las enfermedades, fortalecen su personalidad, aumentan la confianza en si mismos y se afianzan para la superación de situaciones traumáticas o estresantes. El optimismo debe ser considerado como una meta y a la vez como un recurso. La perseverancia en los objetivos de la existencia, sustentados con una actitud positiva y la confianza en nuestras capacidades aumentan las expectativas de éxito en cualquier iniciativa que emprendamos. De esta manera, amables amigos, dejemos que las palabras se adentren en nuestra personalidad y nos sirvan para ser más valiosos. Positivismo es sinónimo de optimismo y ambas serán apreciables metas ante la vida, que a cualquiera mortal le permitirá salvar obstáculos o dificultades, muchas veces consideradas insalvables. El nivel de optimismo obedece a la forma positiva de pensar y la capacidad indoblegable de la constancia. Pensemos entonces con la convicción que emana de la Fe y obremos con decisión, entusiasmo y perseverancia. Oportuno sería adoptar estas premisas para emplearlas en el nuevo año que se inicia. El 2012 no será un año fácil, pero con optimismo y firmeza superaremos las dificultades, queridos amigos. Feliz y próspero 2012 para todos…
Material gráfico: bligoo.com feliz2012.net