Comenzamos la nota deseándoles, amables y consecuentes lectores, un feliz año. Que el 2012 sea portador de la mayor de las dichas, que disfruten de una excelente salud, una precisa y sostenible prosperidad, pero por sobre todo que logremos vivir amparados por Dios, en paz y armonía.
Lo demás lo obtendremos seguramente, haciendo uso de la discrecionalidad, con buena voluntad, decisión, valentía, paciencia y civismo. Precisamente el tema que hoy nos ocupa tiene mucho que ver con el significado de esta última palabra: Civismo. De acuerdo estamos todos, sin la menor controversia que la actuación cívica de todo ciudadano debe estar encuadrada en el respeto a las instituciones y las leyes. De la misma manera las instituciones deben respetar los derechos de la ciudadanía, por sobre todo proteger al ciudadano y prestar a la comunidad el servicio que le es menester.
Sin embargo bien sabemos que de la letra al hecho hay mucho trecho y como todo en este país, luce incompleto, es el ciudadano quien debe ingeniárselas para remendarle el capote al funcionario de turno. Eso precisamente es lo que está ocurriendo en el Municipio Juan Germán Roscio. El Alcalde Gerratana no ha tenido mejor idea que dejarle al contribuyente la solución del desbarajuste económico y de todo tipo de la entidad que representa. Muchas son las carencias, la ineficacia de su gestión, la mala administración, el destino no suficientemente aclarado de los fondos públicos y los dimes y diretes que circulan por la calle y que lo involucran en presuntas acciones que no corresponden a un gobernante honorable. Por supuesto, estamos de acuerdo que todo pueblo chico es infierno grande, pero también sabemos que nadie chismea sobre las virtudes secretas de la gente.
Pero ese no es nuestro reclamo, amables y consecuentes lectores. Escribimos nuestra columna semanal con el mayor entusiasmo y nos motiva el acontecer nacional, local y también glosamos sobre temas culturales. Eso bien lo saben los lectores, como tampoco nunca dejamos de hacerlo con respeto y con la mejor buena educación.
Ese es el deseo masivo que trasmitimos cuando le damos el feliz año a nuestros amigos, vecinos, compañeros y a todo aquel que se cruce en nuestro camino. El optimismo es virtud y debe siempre prevalecer en nuestro ánimo, sin embargo nunca faltan, más aún, acechan las sorpresas negativas que tienen la desventaja de hacernos infelices gratuitamente y provocarnos el perjudicial estrés. Tal fue el caso que experimentamos, en cumplimiento de nuestros deberes ciudadanos, cuando acudimos a
Por nuestra casa, una vivienda sencilla, unifamiliar, de una sola planta, hecha a pulmón y esfuerzo de muchos años; que no posee ningún lujo, ni aditamento alguno y por la que pagamos el pasado año un impuesto que no excedió los 140 bolívares, se transformó en un monstruo de mil cabezas que alcanzó para este período, según la evaluación de
¡La cosa quedó a pesar del ajuste, en el exabrupto de un 1.000 por ciento!!! Un amigo que en el 2011 pagó 1.400 bolívares de impuesto por un local comercial, se transformó para el 2012 en 13.500 bolívares. La desmesura y el abuso se han generalizado en todo el municipio y nadie está en condiciones de pagar y menos aún de satisfacer del despotismo del alcalde en materia tributaria. Correcto será que el ciudadano Alcalde del Municipio Roscio se ubique en el lugar que le corresponde y que se relacione con el pueblo sanjuanero sin demagogias, ni cortapisa alguna, que oiga el planteamiento de las necesidades y los problemas de la vecindad, que incluye a los que aquí vivimos y trabajamos.
Los artesanos, los profesionales, comerciantes, industriales, obreros, empleados y todo aquel que haga vida en el municipio, para diseñar y llevar a cabo una política coherente de acercamiento y solidaridad con la comunidad. No se gobierna si no se convoca, si no se oye, si no se esclarece, si no se participa hombro a hombro con la colectividad. Al ciudadano Alcalde se le olvida que fue elegido para el cargo que ostenta, para servir a los que lo eligieron y a todos los demás y no para desoír el clamor general ya suficientemente extendido de la precariedad de su gestión ante