Juan Yáñez
Publicado en el Diario La Antena de San Juan de los Morros, Venezuela, el 01 de abril de 2012
Es el sapo un animal sumamente útil y beneficioso. Ello bien lo saben los que se dedican a las tareas agrícolas, quienes jamás molestarían a un sapo cuando lo encuentran entre sus cultivos. Conocen por experiencia que es este batracio un excelente depredador de insectos y hasta atrapa a los pequeños roedores que asolan los campos y destruyen las cosechas. Sin embargo, amigos lectores, como verán a continuación no todos los sapos son batracios, como tampoco es nuestra intención ocuparnos de las características de este provechoso animal, sino de mandar un alerta a la ciudadanía sobre la reforma legislativa, conocida vulgarmente como “Ley sapo”. A esta reforma a la ley que se ocupa de ampliar la normativa contra el terrorismo, solo espera el ejecútese presidencial. Son muchos los que objetaron el contenido de esta reforma, por atentar contra las libertades individuales y los derechos ciudadanos. Por esta ley todos podemos ser acusados de terroristas aunque ejerzamos el derecho de organizarnos civilmente a partir del momento que sea publicada en Gaceta Oficial su texto. De igual manera la modificación también contempla sanciones a los que no denuncien (o delaten) hechos y hasta las sospechas de transgresiones. De forma tal, que estaremos obligados a fisgonear a todo el mundo y señalar ante las autoridades aquello que se estime viole la ley. Es decir que seremos soplones, confidentes o vulgarmente “sapos” por obligación. Pareciera que la era del oprobioso Stanilismo de la sepultada Unión Soviética se reeditara en Venezuela con todas sus alcahueterías, vejámenes, crímenes e impunidades. Fácil es imaginar las razones de este engendro político para asegurar el libre uso de atribuciones arbitrarias por parte del régimen y en contra de los que disientan o no acaten sus sinrazones. La mayoría oficialista de la Asamblea Nacional, fiel personera de la voluntad del Ejecutivo, aprobaron en segunda discusión esta ley que solo espera (como arriba expresamos) que el presidente se anime a firmar. Ello dependerá de la puntual observación la aguja de la balanza que sopesa la opinión pública mayoritaria y de acuerdo a su inclinación, -según la estima del amo- sea favorable su ejecución. (No sea cosa que luego haya que recular por lo inconveniente, del mismo modo que en otras oportunidades, con leyes de similar intención ha sucedido). El diputado Julio Borges de la oposición, se ha interesado en alertar a la ciudadanía sobre los alcances de la disposición y al respecto manifestó: “Esta ley vulnera el derecho a asociarse, el derecho a la protesta y presume que todos somos sospechosos. Dentro de los sujetos obligados se incluye a las ONG y a los partidos políticos. Esto desnaturaliza los avances que pueda tener la ley y abre un compás de criminalización al disenso y a la crítica en Venezuela". De igual modo, su colega Eduardo Gómez Sigala expresó: "La ley que ahora reforman siempre permitió luchar contra la delincuencia organizada, pero la verdad es que este Gobierno nunca lo ha hecho. Ahí tenemos casos como el de las toneladas de alimentos descompuestos de Pdval. Estas modificaciones son tan imprecisas que incluyen a todas las personas y hacen que cualquier delito pueda ser considerado como delincuencia organizada o terrorismo", explica: "Bajo el pretexto de la lucha contra el terrorismo han construido un instrumento para intimidar y perseguir a las organizaciones civiles y a los actores políticos; un instrumento más bien de terrorismo de Estado que obliga a las personas a delatar a otros bajo la presión de castigos con multas de hasta mil unidades tributarias".
De acuerdo al enfoque jurídico, varios especialistas se han manifestado en calificar esta ley como ambigua desde el punto de vista orgánico, al resultar una combinación de dos elementos de diferente propósito como son el terrorismo y la delincuencia organizada, indudablemente orientada a la persecución política de aquellos que no comulguen con ideas afectas al régimen y hasta, llegado el caso, con sus propios discrepantes. Todo ello no es más que una improvisación más de este sistema agotado y humillante, que no guarda el menor recato ante la opinión pública internacional y sus seguras reprobaciones, al intimidar y vejar a sus ciudadanos, apartados de la menor consideración y decencia. Es entonces, amables y consecuentes lectores que esta desatinada ley podría entrar en vigencia de acuerdo a la “discreción” gubernamental que podría derivar a catalogarse cualquier episodio de protesta como un acto terrorista y con ello acabar con el derecho a la disidencia y la libre expresión. Así están las cosas y oportuno será la integridad personal y la adhesión de las voluntades en pro de la unidad. Solos somos suficientemente capaces pero unidos somos la patria entera que lucha con decisión, constancia y valentía contra el servilismo y la humillación. Los tiempos en que se depositaron las esperanzas están llegando y dependerá de nuestras convicciones y determinaciones el destino de esta nación agobiada y hastiada hasta las últimas consecuencias. Pasen un feliz domingo, amigos todos…
Material Gráfico: marthacolmenares.com yadbeyad.wordpress.com