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Blog de Juan Yáñez, desde San Juan de los Morros, Venezuela....

LA FINALIDAD DEL PRESENTE BLOG ES PARA EXPRESAR IDEAS, COMENTAR LO QUE CONSIDERAMOS DIGNO DE ELLO Y HASTA PARA DECIR LO INCONVENIENTE SI FUERA NECESARIO...




AL BUEN CALLAR LLAMAN SANCHO… (re-edición)



Juan Yáñez

Publicado en el Diario La Antena de San Juan de los Morros, Venezuela el 18 de marzo de 2012 

                                                          Don Quijote de la Mancha, la célebre novela de Cervantes, además de ser la obra fundamental de la literatura castellana, es un compendio de aforismos de precisa elocuencia. La sabiduría popular brota espontánea en ese relato de ficción y de todas las situaciones por las que atraviesan sus personajes se desprenden enseñanzas  que cumplen un fin didáctico,  claro y perfectamente comprensible por todos. Don Quijote y Sancho, esa pareja inmortal, aún sigue cabalgando, con entusiasmo y soportando los avatares que presentan la vida y su andar es compartido por aquellos que aún queremos cambiar al mundo para bien, para librarlo de las ataduras e intereses despóticos que aún pululan y coartan la libertad por todo el orbe. El mensaje que trasmite Cervantes en su obra,  reboza de de idealismo, de desinterés  y de nobleza, a pesar de que todo ello emerge de una desquiciada e incontrolada mente. Entre tantos proverbios presentes en el libro, el que se halla en el  título de la presente  nota y con la finalidad de ensalzar la virtud que encierra la discreción.
El mejor orador es el que se vale del silencio, dice un preciso aforismo; pero en este caso es necesario hablar, para neutralizar las voces que en forma irracional se hacen oír. Salen de bocas anodinas, cargadas de retórica, de intereses harto personales, de caprichos  intrascendentes y la mayoría de las veces con expresiones ofensivas y bajas. Estos seres poseedores de un descomunal  y aberrante ego pretenden imponer al mundo utópicas ideas, sin comprender que el mundo no funciona por voluntad humana alguna, sino quien lo guía, protege y decide es la suprema voluntad. Del refrán que nos ocupa en esta oportunidad y a propósito de la manía discursiva de estos personajes -que aún serian capaces de  hablar hasta sin lengua- intentaremos hacer una glosa. Desde la frase, “Al buen callar llaman Sancho”, han derivado otras expresiones de más actualidad, y con una intención decididamente metafórica  como:: “Elocuencia de los labios pegados”; la que también aunque con tono subliminal  expone la virtud de la mesura en las palabras.  La frase contenida en El Quijote no se refiere a Sancho Panza, como generalmente se le atribuye, sino a otro Sancho, quien fuera rey de Castilla durante algunos años del primer milenio de nuestra era. También era conocido este monarca por Sancho II, el Fuerte, quien con sus dos hermanos varones  recibiera de su padre el rey Fernando el Grande la potestad de su reino, con la salvedad de la ciudad de Zamora, que correspondería  a Urraca, su única hija mujer. Es entonces, y así consta en el romance, Sancho II, calla cuando sus otros hermanos dicen que aceptan. Y lo hace precisamente porque ya estaba en su mente el despojar, como posteriormente lo hiciera, a su hermana Urraca de su heredad. Con el paso del tiempo la frase desdibujó su contenido y paso a ser una loa a  la discreción. A pesar de todo Cervantes luego de incluir la máxima: “al buen callar llaman Sancho” en su novela, hace que el ingenioso hidalgo le espete a su escudero el verdadero significado de la frase, con estas textuales y destempladas palabras: “Ese Sancho no eres tú, porque no solo no eres de buen callar, sino de mal hablar y de mal porfiar”; con lo que Sancho Panza sale con las tablas por la cabeza y de esa forma aclara la desviación que posteriormente la frase alcanzara y se aceptara como correcta.  A pesar de todo ello el refrán es de perfecta vigencia, actualidad y viene de perillas para señalar la continua e incongruente verbosidad de los se exceden en su megalomanía discursiva. Aún más, no logran controlar su verborrea cuando se sienten apremiados o se les acerca la candela. Esencial es valerse de la prudencia, la que será siempre una ventaja; correcto es cerrar el pico cuando no se tiene nada conveniente o necesario que decir; también es sensato  que se moderen las palabras, y aconsejable callar cuando el horno no está para bollos,  para no pasar pena o simplemente para evitar que alguien se le ocurra mandarnos a callar de manera imperativa. Con sucesos de esta índole, con solo  conocerlos o presenciarlos, no podemos evitar sentir aquello que se conoce como vergüenza ajena. Evidentemente lo más prudente es callar antes de pronunciar palabras carentes de moderación, de cordura; abstenerse de  proferir amenazas, llenas de  retaliaciones y extravagancias. Pertinente para los que tienen por misión el mando es el obrar concreto; evitar las parafernalias parlantes, que solo engañan a los tontos;  estar pendiente de las acciones de aquellos que han de rendirle cuentas. Allí sí,  es menester el empleo de las palabras para aleccionar, corregir o aprobar. Evítense las palabras ofensivas, aplíquense en  la nobleza de respetar a todos por igual, compartan o no, nuestros puntos de vista.  Jamás deberá imponerse la voluntad personal y sí aquella que beneficie al colectivo.  De ese modo nuestra persona y todas las que así obren serán siempre apreciadas, valoradas y reconocidas. Pasen un feliz día,  amigos…
Material gráfico: lapatilla.com