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La Fe de los argentinos
Juan Yáñez
Publicada en el Diario La Antena de San Juan de los Morros, Venezuela el 14 de agosto de 2011
Especial para el Diario La Antena. Buenos Aires, 09.08.2011
Siempre oímos que la FE mueve montañas, queridos amigos y consecuentes lectores y pocos son los que dudan de esa aseveración tan consoladora y a la vez esperanzadora. Aquí, como en la generalidad de los países latinoamericanos, herederos de una profunda tradición religiosa, las cuestiones de fe son cosa seria y nunca falta el fervor religioso que se manifiesta en todas las personas sin importar su espacio social, económico o de cualquiera otra naturaleza. Prueba de ello lo constituyó la multitudinaria presencia de fieles que como todos los años, el pasado domingo 7 de agosto se hicieran presentes en la Iglesia de San Cayetano, en el barrio de Liniers de la capital argentina, para celebrar la festividad de uno de sus santos más representativos y milagrosos por el que guardan una especial devoción, solo superada por la Virgen de Lujan.
Es esta virgen, representativa como todas las que existen, de la imagen de la Santísima Madre de Jesús y honrada al igual que nuestras “Chinita de Chiquinquirá”, la Virgen de Coromoto, la Virgen del Valle u otras y obra como patrona de este país y de algunos otros vecinos. A San Cayetano se le pide principalmente trabajo, asimismo se le agradece haberlo recibido. El lema que identifica a sus fieles es: "Junto con San Cayetano rezamos por paz, pan y trabajo" y es correcto que así sea porque con esos tres elementos en nuestra pasajera existencia, pocas cosas más realmente nos harán falta. Retornando a la Virgen de Luján, insistimos que es venerada en todo el país y naciones vecinas, principalmente en su santuario que se encuentra en la ciudad homónima que está a 70 km . de Buenos Aires. Allí existe un imponente templo que es la afamada Basílica Nacional Nuestra Señora de Lujan, cuya construcción finalizara en 1935 y que fuera comenzada en 1890.
Es de estilo neogótico, tiene una longitud de 104 m y su ancho es de 68,5 m en el crucero y de 42 m en el frente. Posee dos afiladas torres de 106 m de altura, con una gran cruz en cada una. En ellas se encuentra el campanario que comprende 15 campanas, las que tienen su respectivo nombre, suenan con distintas notas y poseen diferentes pesos. La menor alcanza apenas los 55 kilos y la mayor 3.400 kilos; el peso de todas ellas sobrepasa las 12 toneladas. En su altar mayor se encuentra la original imagen que se convirtiera desde aquella época remota y hasta nuestros días en la Santísima Virgen de Luján. El origen de este icono del catolicismo se remonta al año 1630, cuando ocurre el hecho histórico conocido como “El milagro de la Virgen ”. Es una historia con mucho de leyenda y sin embargo no carece de una innegable autenticidad fortalecida por la fe de todos y cada uno de los que creen. Comienza esta historia con el suceso que protagonizara una figura de la inmaculada madre de Jesús, la misma que hoy es reverenciada en la Basílica y que se conoce como la Virgen de Lujan, que partiera desde el Brasil con destino a Argentina, encargada por un hacendado portugués, que se encontraba instalado en una provincia interior de este país sureño.
Llegada al puerto de Buenos Aires en, junto con otra imagen de la Virgen , conocida como de Sumampa, (una localidad de ese nombre y se encuentra en el lugar donde el hacendado residía). Las imágenes fueron instaladas en una de las tantas carretas que se dirigía hacia el destino solicitado. En el transcurrir de algunos días de marcha y luego de hacer noche a orillas de un río, conocido como “de Luján”, partieron prosiguiendo su destino al amanecer del predestinado día. Emprendió la caravana su marcha dispuesta a vadear el río nombrado; lo hicieron varias de ellas, pero la carreta que transportaba las imágines no pudo ser movida del lugar aunque fuera menester agregar más bueyes al tiro. Se creyó que era el exceso de carga lo que ocasionaba el atasco. Para solucionarlo se le descargó de todo aquello de más peso y sin embargo nada se logró. Al fin repararon que en el fondo de la carreta se hallaban las dos cajas con las imágenes de las vírgenes y decidieron quitar una de ellas. Nada mejoró la dificultad y así lo describe un autor de la época: “Una intuición sobrenatural llevó entonces a los viajantes a descargar uno de los cajones, pero la carreta quedó en su lugar. Subieron ese cajón y bajaron el otro, y los bueyes arrastraron sin dificultad la carreta. Cargaron nuevamente el segundo y nuevamente no había quien la moviera. Repetida la prueba, desapareció la dificultad. Abrieron entonces el cajón y encontraron la imagen de la Virgen Inmaculada que hoy se venera en Luján. Y en el territorio pampeano resonó una palabra que en siglos posteriores continuaría brotando de incontables corazones: ¡Milagro! ¡Milagro!”
Historias como estas son el colofón adecuado y necesario para acrecentar nuestra fe. Aquí estuvimos con devoción, aquí nos sentimos confortados por la presencia de la Madre Divina en nuestros corazones, aquí nos bendijeron y aquí también elevamos nuestras súplicas a la Santísima Virgen , por Venezuela, por Argentina, por sus destinos, por sus gentes y completamos por la humanidad toda. Pasen un feliz domingo, amigos…
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