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Blog de Juan Yáñez, desde San Juan de los Morros, Venezuela....

LA FINALIDAD DEL PRESENTE BLOG ES PARA EXPRESAR IDEAS, COMENTAR LO QUE CONSIDERAMOS DIGNO DE ELLO Y HASTA PARA DECIR LO INCONVENIENTE SI FUERA NECESARIO...




Un paseo por el universo de Piazzolla




Marcela Ayora LA NACIONLUNES 05 DE SEPTIEMBRE DE 2016


Un ensayo muy descontracturado de Hypnofón, con Elena Roger con la batuta de Terán. Foto: LA NACION / Mauro Alfieri

                                                    Era 1935 en Nueva York y en un estudio de los grandes se filmaba El día que me quieras. Gardel tenía 44 años y no sabía que pronto moriría. Piazzolla, de 14, filmaba una escena junto a él. El cine los juntó. La música los eternizó. El tango hizo todo.


Desde la película en blanco y negro se los puede ver juntos. La escena que comparten empieza por mostrar la noche en que Gardel se escapa de la casa paterna por un balcón que da a la calle. Lleva el estuche de un instrumento. En la vereda lo espera un amigo, también músico. Empiezan a caminar y desde atrás un policía les pide que se detengan. Cuando giran, el policía reconoce a Gardel. "Ah, es usted", le dice. Una luz exagerada ilumina la cara del Zorzal y su sonrisa de postales, y él no es él, sino su personaje. El plano se abre todavía más y ahora hay un niño: es Piazzolla, hace de un canillita -figura espigada, cara de pícaro-, y está frente a él, apenas a dos metros de Gardel. Hacen un chiste y todos ríen. "Diarios, diarios", se le escucha decir al pequeño Ástor, y sale hacia la izquierda de la pantalla. Fin de la escena. Ahí están los dos, eternizados en una estampa icónica de legado musical. El Zorzal es adulto y reconocido; el niño está de pantalones cortos y será la nueva generación, el tango según Piazzolla.

De estar vivo, cumpliría 95 años. Dicen quienes lo aman que se lo extraña; y los que no quieren su forma de atravesar el tango también lo traen al hablar de él. Desde el abanico posible de darle play a su obra y hacer sonar sus contrapuntos y elongaciones -tan de él-, en el Centro Cultural Konex se desarrollará Experiencia Piazzolla en el Konex. Durante seis días, entre mañana y el domingo, distintos artistas abordarán el universo Ástor. De las diferentes propuestas para contarlo, una de ellas traerá el lado menos conocido del maestro: su trabajo con las bandas sonoras de películas. A cargo del músico y director Alejandro Terán, el miércoles se podrá disfrutar de Persecuta 676. Dirigirá a su banda, Hypnofón, y contará con las voces solistas de Daniel Melingo y Elena Roger, y una performance de la bailarina Leticia Mazur. Un auténtico repertorio lado B de Piazzolla en manos de Terán, que recibió en 2015 el Premio Konex de Platino como arreglador; a partir del premio, la Fundación lo convocó para llevar adelante una puesta diferente sobre el autor de "Adiós Nonino".


Esta experiencia toma su nombre del álbum Persecuta, y de la dirección del bar porteño (Tucumán 676) donde Piazzolla tocaba seguido en la década del 60 y que se convirtió en lugar referente del tango y su bohemia. Perfumándose vintage, la puesta se basa en algunas de las 44 piezas que compuso para el séptimo arte, entre 1949 y 1987. Y cómo no iba a estar el cine en su música, después de aquel cruce con Gardel en un set de filmación, de haber recorrido pasillos y estudios; todas esas nuevas cosas de ser un adelantado a su época. Las piezas que se trabajarán son bandas de sonido que musicalizaron películas de diferentes realizadores: Fernando Ayala, Carlos Torres Ríos, Jeanne Moreau. Dentro de las más conocidas están los films de Pino Solanas posteriores a la última dictadura, El exilio de Gardel y Sur, donde Roberto Goyeneche cantara "Vuelvo al Sur". Desde el programa del show, Hypnofón presenta su concepto del espectáculo así: "Persecuta 676 es un lugar distópico ubicado en un 1965 retrofuturista o bien en el 3001 del «Preludio piazzolliano». Tiene las características de una boite porteña, pero es un error en la Matriz: un vector del espacio-tiempo que se ha descalabrado. En este retrofuturo abstracto la cultura argentina se ha roto en millones de fragmentos y ahora luce reconstruida por raros extrañamientos. Las costuras son imperfectas: un fragmento está unido a otro que no era parte de la pieza original. Los resultados son algo monstruosos porque la memoria está dañada".

"Quisimos recuperar algo de aquélla boite en la que tocaba Ástor. Como hacen los científicos -dice Terán, reduje la muestra hasta un esqueleto, un Piazzolla muy poco visitado. Empecé a desenvolverlo y por suerte aparecieron mis amigos Daniel Melingo y Elena Roger: son los dos que uno quiere para hacer eso. Con Elena ya habíamos hecho el homenaje a Cerati." Cree que llega a estos temas de Piazzolla como parte de una "aproximación exógena". Pero quiere dejar en claro que no viene "de ningún academicismo". Terán hizo un recorrido musical amplio. Estudió cuerdas con Enry Balestro y clarinete con Mariano Frogioni; los considera sus formadores y maestros. Viene del rock de los ochenta. Tocó con La Portuaria, Los Pericos, Soda Stereo, Cerati solista, entre otros. Estuvo a cargo de los 11 episodios sinfónicos de Gustavo Cerati en el Colón. "Gustavo era un tipo que ponía las luces en verde. Me decía que sí. Toda la experiencia que no tenía en la instrumentación sinfónica él me la dio igual. Y viajamos a Londres, con la Filarmónica", dice Terán. Se proclama autodidacta. Subraya que eso tiene un lado bueno y uno malo. "Si no hay un marco institucional, hay que reemplazarlo por más voluntad. Soy un joven punk de los 80 interesado por el contrapunto."


De los dos solistas que se sumarán a Hypnofón, uno de los cantantes, Daniel Melingo, también viene del rock. Fue parte de Los Abuelos de la Nada, Los Twist y desde fines de los noventa entró al tango. Está por sacar un nuevo disco, Anda, que dará a conocer a principios de octubre. Instalado en un repertorio tanguero, es considerado un intérprete singular. De voz trasnochada y un ojo sensible para seleccionar el repertorio que lo representa, hará su versión piazzolliana. "Estoy estudiando como loco los grandes arreglos de Terán -dice Melingo. Es maravilloso trabajar con él. Lo que va a hacer al evitar el bandoneón es lograr que transpire toda la música del Ástor compositor. Piazzolla es uno de los grandes de todos los tiempos."

La otra solista, Elena Roger, canta desde siempre. Llevaba años de encabezar espectáculos, pero la popularidad a nivel mundial le llegó con Evita, la versión del productor musical Andrew Lloyd Webber. En 2011 ganó el Premio Konex de Platino a la mejor actriz de musical para la década 2001-2010. Es menuda y delicada. "No se puede creer lo que sale de ese cuerpito", dice Terán al referirse a ella. Será la segunda vez que trabajarán juntos. "Alejandro es un gran artista sin límites -asegura Elena. Aquella primera vez que me convocó para el tributo a Gustavo Cerati, a interpretar una canción que no podía ser más acertada, «Vivo»." En relación con abordar esta obra, Roger cuenta que es un material que le resulta cercano. En ese sentido, "junto a Daniel «Pipi» Piazzolla -dice, nieto del gran Ástor, llevamos tiempo trabajando en un disco juntos sobre canciones y tangos de su abuelo, que cerrará con un show para el mes de noviembre".

Está la música, y también la danza. Dentro del show habrá lugar para que un cuerpo siga a Piazzolla; que la música imante al cuerpo. Como única bailarina sobre el escenario, Leticia Mazur tendrá a su cargo la danza de un tema de Persecuta 676. Bailarina, actriz, coreógrafa, trabajó con De la Guarda y El Descueve. Brilló en Secreto y Malibú. "Bailar a Piazzolla es un enorme desafío -asegura Mazur, más tratándose de una orquesta en vivo. No soy bailarina de tango. Mi búsqueda tiene que ver con desarrollar un lenguaje personal y eso me pone en un compromiso muy grande, el de poder interpretarlo con verdadera entrega, sin caer en la solemnidad."

Además de detenerse en ese costado menos conocido del compositor, "se podrán percibir los fantasmas de Nadia Boulanger, Alberto Ginastera, Aníbal Troilo", afirma Terán. Serán 25 músicos en escena: un seleccionado nacional de los más grandes, los que tocaron con todos, y que todos quieren tocar con ellos. En la línea que marca el arreglador, se destacan los primeros violines, Marta Roca y Javier Casalla. Marta es española, vive en el país desde hace diez años. De formación clásica, académica, actualmente en la Camerata Bariloche. Según los directores con los que trabajó, es un gran violín al que siguen por como ella arma la música para los otros desde sí. A Casalla le dicen el gurú. Un histórico del rock, donde se nombren bandas él figura; estuvo con todos. Es el violín de Bajofondo. Coinciden en llamarlo el bohemio exquisito. En la batería estará un clásico: Fernando Samalea. Terán lo define como un sostenedor de proyectos, un enorme curador constante de arte. ¿Con quién no tocó?, es la pregunta sobre Samalea y el sonido particular que le da a cada parche. Estará también el trompetista Miguel Tallarita, un caballero de la noche, como lo llaman sus colegas. Carismático sobre el escenario y al dejarlo. Un versátil. Y cada uno de los 25 que tomará a Piazzolla entre sus manos tiene un recorrido nutrido y poco convencional.


Los gardelianos se resisten. Que lo de Piazzolla no es tango, dicen. Él llegó para escribir lo nuevo. Y sabía mucho de lo anterior. Tuvo sobre sí el ADN del tango. Fue bandoneón y arreglador de Troilo. Instaló esa nueva contracción que tal vez obedecía a su nerviosismo de hombre de mar. Nació en Mar del Plata, la ciudad con puerto que le abrió la salida a las aguas profundas sobre las que viajó a lo largo de toda su vida. A partir de él, la forma de entender la música de Buenos Aires queda dividida en una plataforma binaria (Gardel-Piazzolla) que encuentra, también, réplicas en el fútbol, la política, las calles. Pero su música lo cruza todo y lleva algo de la sal de los océanos, los que atravesó al reinventar esas nuevas latitudes.