Al amigo, Fedor Meinhardt Rodríguez, quien cría gallos de pelea desde 1958...
No existe una expresión que marque más al gentilicio venezolano que esta tan corriente y tan legítimamente nacional como la de mamar gallo. Tal frase pareciera tener para aquellos no habituados a ella, -por lo general venidos de otros lares- cierta connotación vulgar y nada hay más equivocado que esa apreciación.
Rómulo Gallegos incluye la expresión en muchas de sus novelas, fiel en captar lo más exactamente posible la personalidad de los habitantes de esta tierra. Los personajes que con su pluma toman vida como Arteaguita de Canaima se le describe como mamador de gallo de oficio. Asimismo otro personaje de la misma novela al que llama Mister Davemport, que como se evidencia no es criollo sino norteamericano, que en su búsqueda codiciosa de oro y otras gemas preciosas queda subyugado por el encanto de la tierra guayanesa, de la idiosincrasia de sus pobladores, de sus hábitos y costumbres que como un imán irresistible lo atrapa y lo hace expresar:
Son variados los probables orígenes del giro aunque sin apartarse del exclusivo vínculo del quehacer gallístico. Esta actividad es para muchos vulgar y sin embargo imposible de omitir al reseñar los elementos de la más pura tradición nacional y que aún se practica con asiduidad por gente de todo nivel cultural o social.
Entre las posibles raices de la locución hay indicios que se fundan en la costumbre de los aficionados en chuparle al gallo la sangre de las heridas de la cabeza, que lo enceguece y los vuelve más vulnerables. Otra pista la da un reglamento sobre la riñas que explica cuando un gallo es mamador: “Cuando un gallo pica a su rival y se queda pegado sin lanzar”. Evidentemente la expresión es congruente al relacionarla con el acto de mamar de los mamíferos.
La calidad de un gallo dispuesto para la riña, -apreciados lectores- es lanzar el terrible picotazo con el puede llegar a herir de muerte a su contendor y no la pasiva actitud de picar y quedarse pegado, que remeda el acto de mamar.
Bibliografía: “Buenas y malas palabras”, Angel Rosemblat.
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Juan Yáñez http://www.lacolumnadepapel.blogspot.com/ + http://www.ahoraescuandohay.blogspot.com/ + www.sisoydealli.blogspot.com
Publicado en el Diario La Antena de San Juan de los Morros, Venezuela el 11.04.2010