SE LE VA A ROMPER LA CHATITA, COMPADRE...
Juan Yáñez
Publicado en el Diario La Antena de San Juan de los Morros, Venezuela el 19 de diciembre de 2010
Cuando éramos muchachos, muchas veces pasábamos las vacaciones en el campo, en la finca de nuestro tío Manuel. No existía en nuestro parecer algo que fuera más maravilloso, interesante y placentero.
El tío Manuel era un hombre rudo y bondadoso, hermano de mi madre al que llamábamos, para diferenciarlo de otro tío de igual nombre: el tío Manuel de las quintas. En su modesta finca se sembraban hortalizas de todas clases.
Su esposa, la tía Inés además de atender a los animales de granja y los quehaceres de la casa, cultivaba unas hermosas rosas que conjuntamente con las verduras se llevaban al mercado para su venta. Durante tantas vacaciones que pasamos con los tíos, a diario nos levantábamos temprano en la mañana y después del desayuno nos divertíamos con nuestros primos, inventado mil y un juegos propios del ambiente rural tan anhelado por nosotros, muchachos criados en la ciudad entre el asfalto, el hierro y el cemento.
El tío Manuel una vez por semana llevaba sus productos para venderlos en el mercado de la ciudad. Salía por la mañana temprano y regresaba al caer la tarde. Tenía una vieja pick-up Jeep, grande y con cauchos aptos para los caminos de tierra. Una mañana de las que le correspondía vender sus productos en el mercado, cargó su chatita (así llamaban al vehiculo) hasta el tope mucho más que de costumbre. Sacos de papas y cebollas, huacales con diversas verduras y hortalizas se fueron apilando sobre la plataforma.
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La carga se coronó con unos ramos de rosas de la tía, luego se cubrió con la lona y se amarró con un mecate. La chatita lucía aplastada y su trompa se elevaba por el peso de la carga. Cuando partimos un rojo amanecer que se asomaba y despuntaba ante nuestros ojos. El tío al volante, yo a su lado y al otro un peón de la finca. Cruzamos la brocha y salimos al camino. La brisa fresca de la mañana nos dio en la cara, pasamos lentamente por unos traicioneros huecos que mal disponían la vía, cuando la parte baja del vehiculo rozó la tierra y se oyó un fuerte crujido. Un vecino que arreando unas vacas por allí venía, al oír el ruido, alarmado nos dijo al pasar: -¡Va muy cargado, se le va a romper la chatita, compadre! -No se preocupe.- contesto el tío - la chatita es fuerte y aguantará, ya verá compadre, gracias y hasta luego.- Santa palabra fue la premonición del paisano, a más de una hora de marcha y ya sobre el camino asfaltado se nos quebró el eje trasero de la chatita, que no soportó la carga y nos dejó varados en medio de la carretera.
Imagínense amables amigos la desolación y la tristeza por el percance anunciado, al que había que agregarle el incierto destino de la carga, la costosa reparación y remolque del vehículo.
Se despreció la resistencia de las cosas… Así sucede en muchos otros órdenes de la vida que tienen que ver con las personas, de la manera como con ellas obramos, cuando menospreciamos su tolerancia y capacidad. Ese percance de ineludible pronóstico que fuera anticipadamente advertido, pero no tomado en cuenta, seguramente habrá hecho comprender a mi tío Manuel, que la prudencia y la razón no deben jamás subestimarse.
Toda esta narración, amigos y consecuentes lectores no la he hecho con la sola intención de relatar una experiencia de mi niñez. Es mi propósito llegar mucho más allá de ella para trasmitir una inquietud personal y que aquel evento de la chatita nos sirva a todos como útil referencia para evaluar correctamente como obrar ante nuestras responsabilidades. La idea de hacer la nota, partió del nerviosismo que está viviendo actualmente el país por causa de las leyes que está aprobando a mansalva la Asamblea Nacional.
Las decisiones que se aprueban sin el menor debate ponen en tela de juicio la legitimidad de la actual Asamblea, que deberá cesar sus funciones dentro de apenas 15 días. Sin el menor recato legisla apresuradamente para imponer leyes inconsultas y arbitrarias que bien podrían debatirse a partir del 5 de enero próximo al asumir sus funciones los nuevos diputados legítimamente elegidos. Por ese camino no se llegará nunca a un buen destino. Es entonces que por todo ello y mucho más, me permito humildemente rogarle al señor Presidente que no subvalore la decisión de las mayorías.
No sería justo ni correcto y por ello cordialmente lo invito a que reconsidere su gestión. Le anticipo que no guardo hacia su persona el menor reconcomio, ni hostilidad. Lo hago de igual forma en que lo haría un buen padre con su hijo, con la mayor buena voluntad, afecto y disposición. No olvide que es de sabios rectificar, cuando fuere conveniente y necesario Si así lo hiciere le puedo garantizar señor Presidente, que mi persona, como la gran mayoría de los venezolanos que deseamos una patria libre, digna y próspera asumiremos el compromiso de ser sus mejores colaboradores y aliados.
Sería una auténtica muestra de nobleza y generosidad de su parte, que obrara su mejor disposición y consejo para comenzar el nuevo periodo legislativo con una Asamblea en la que existiera el mayor consenso, respeto e institucionalidad. Es hora ya de unir criterios y se pueda gobernar en convivencia. Dios así lo quiere, quiéralo usted también, Señor Presidente…
Material gráfico, agradecimientos a: patagoniatp.com.ar estanciaarroyodeluna.blogspot.com elojodeltuerto.com
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