Riña de Gallos, obra original de Bárbaro Rivas Todo el material gráfico que se muestra en el artículo pertenece a Bárbaro Rivas (1893-1967) |
BÁRBARO RIVAS, EL PINTOR INGENUO DE PETARE
De la misma manera que sería imposible omitir hoy a Reverón en el contexto de la pintura universal, cuando su figura ha trascendido méritamente hasta ubicarse entre los principales artistas latinoamericanos. Bárbaro Rivas ya ha alcanzado un merecido lugar dentro de la otra vertiente de las manifestaciones artísticas como lo es el llamado Arte Naif o Ingenuo.
Este pintor de muy humildes raíces, de vida desafortunada y amarga, transitó por la acera de enfrente del arte. Era un artista congénito y su pasión por la expresión plástica le surgía espontáneamente. Le era suficiente una rama seca sobre un suelo polvoriento, plasmar una idea o lograr un boceto.
Para su sencillo entender el arte y la vida eran una sola cosa, aunados e inseparables. En su obra se evidencian sus anhelos, sus emociones, sus tristezas y alegrías. La realidad y la ficción se entremezclan y no logran fácilmente diferenciarse porque ambas pertenecen a un mundo idealizado y factible. Representa al más alto exponente de la pintura ingenua, que se ha hecho hasta los momentos en Venezuela.
Su formación plástica careció de la menor intervención externa y apeló a su conocimiento intuitivo de la misma manera que los pintores de la más remota antigüedad, en que el arte no partía de un conocimiento adquirido sino algo instintivo, ancestral y natural. Dibujó y pintó el urbanismo y la topografía de su pueblo y del paisaje circundante, hizo también algunos retratos, autorretratos y bodegones.
Su estilo era ajeno a la perspectiva, a los valores y las reglas la composición tradicional. Comenzó dibujando sobre papel de estraza con trozos de carbón y paulatinamente fue descubriendo otros materiales e incorporando los colores al óleo de uso industrial. Había nacido en Caruto, barrio de Petare en 1893. Jamás asistió a escuela elemental alguna, ni aún consiguiera posteriormente perfeccionar su arte y sus conocimientos con alguien que fuera ajeno a su persona.
Aprendió a leer a través de la Biblia y con la ayuda de una señora que luego fuera su madrastra, quien le inculcará a Bárbaro y a sus demás hermanos las enseñanzas cristianas, que evidenciará posteriormente en muchas de sus obras.
Transcurrió su niñez y su adolescencia con muchas carencias y necesidades; la soledad, desdicha que siempre le acompañará, empieza a gestarse luego de la muerte de su madre y produce en el joven Bárbaro una crisis que le hace abandonar su hogar de Caruto, desvincularse de su padre y hermanos y a partir de allí se instala en solitario en una humilde vivienda próxima a la Capilla del Calvario en Petare.
Fue peón en el Ferrocarril Central y su trabajo lo hacía a pie diariamente desde Petare hasta Ocumare del Tuy vigilando que nada extraño ocupara los rieles y así evitar los posibles descarrilamientos. También se ocupó de humildes trabajos ocasionales como albañil y pintor de brocha gorda. Su afición al alcohol y sus crueles consecuencias lo fueron transformando poco a poco en un indigente.
Ya a mediados de la década del 40 se había convertido en un personaje popular, objeto de burlas y de escarnios que soportaba con poca resignación y paciencia. Sin embargo esa etapa fue muy productiva y estimada posteriormente.
A finales de 1949, un crítico de arte llamado Francisco Da Antonio descubre su talento y comienza a presentar obras suyas en exposiciones colectivas y lo da a conocer al ambiente artístico caraqueño, Es entonces que despierta curiosidad nuestro personaje, quien en esa época aún no se había dado a conocer personalmente, a pesar de haber participado sus obras con reconocimientos en los Salones Oficiales del 1953 y 1954.
Requerido por críticos y pintores, no quedó otra alternativa a su marchand, que presentarlo oficialmente en una muestra que organizara él mismo en los altos de de un local petareño conocido como el Bar Sorpresa en 1956 y que conociera como “Siete pintores espontáneos y primitivos de Petare”. De allí en adelante le llovieron infinidad de honores, de premios y reconocimientos.
El Museo de Bellas Artes organizó una amplia y elogiada retrospectiva de su obra. Obtuvo el premio Arístides Rojas en dos oportunidades y posteriormente en 1957 fue presentado en la Bienal de San Pablo, allí recibió la Mención Honorífica como Artista Ingenuo.
Recibió el Premio Federico Brandt en 1963. Recibió otros reconocimientos en los EE.UU.
En 1966 se organiza una importante Muestra Individual en Caracas con la finalidad de recaudar fondos para someter al artista a un tratamiento de desintoxicación etílica y al rescate de su persona. Lamentablemente no pudo alcanzarlo por la vergonzosa actitud de la entidad organizadora u otras responsables que demoraron inexplicablemente el dinero prometido, a pesar de ser justo, de su propiedad y merecidamente ganado.
Muere en el Hospital Pérez de León, cuatro meses después de aquella exposición, el 12 de marzo de 1967. Invitamos a los amigos y consecuentes lectores a apreciar parte de su obra en nuestro blog…
Fuentes y Material Gráfico, agradecimientos a: amantesdelartevenezolano.blogspot.com centrohistoricodepetare.com amargosdemandarina.blogspot.com cultuaunefista.blogspot.com letrealia.com migueleguedez.wordpress.com tunoticierodigital.com Galería de Arte Nacional.