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Bienvenidos amables amigos y consecuentes lectores de nuestra................. COLUMNA DE PAPEL

Blog de Juan Yáñez, desde San Juan de los Morros, Venezuela....

LA FINALIDAD DEL PRESENTE BLOG ES PARA EXPRESAR IDEAS, COMENTAR LO QUE CONSIDERAMOS DIGNO DE ELLO Y HASTA PARA DECIR LO INCONVENIENTE SI FUERA NECESARIO...




SI YO FUERA PEDRO INFANTE...


   Juan Yáñez    
Publicado en el Diario La Antena de San Juan de los Morros Venezuela el 25 de julio de 2010                    
Pedro Infante y Libertad Lamarque


                                El título de la columna de hoy, amigos lectores lo tomamos  prestado de Eduardo Liendo. Tiene su importancia ese sugestivo epígrafe, porque con él nominara la novela con la que obtuvo el Premio Conac de Narrativa en 1990. En ella su autor evoca un sin fin de vivencias de la Caracas de fines de los cuarenta y durante los cincuenta, cuando todavía le quedaban muchos de los techos rojos que fueron su orgullo y que definitivamente fueron ocultados por los rascacielos. En aquellos años la vida transcurría sin ambages, amable y despreocupada.
Caracas con su ambiente pueblerino,  ingenuo y romántico se hacía eco en sus barriadas el acontecer placentero de una época en que los héroes más emblemáticos de la cultura popular eran latinoamericanos.  La magia del  cine, en aquella época gloriosa del Séptimo Arte, era la que aportaba en mayor medida, los elementos necesarios para dar a luz  las ilusiones cotidianas de la gente. 

Urbanización Bello Monte en Caracas a finales de los 40´
 La cultura popular encumbraba y ensalzaba a los personajes de ficción que cobraban  vida presentándose en las pantallas cinematográficas. Era la ilusión que compensaba la monotonía de la diaria rutina y nos figurábamos ser los artistas que admirábamos.  Los varones emulábamos a los galanes, las muchachas a las damitas jóvenes y ambos a la vez  nos enamorábamos de ellos en el orden sexual respectivo.


Uno de esos ídolos transcendentales y recordados fue Pedro Infante, una estrella como pocas en el quimérico mundo del espectáculo. En la actualidad, en el comienzo de un siglo que poco tiene que ver con su anterior, sus películas aún se exhiben por la pantalla chica de la televisión.  Seguramente tendrán suficiente público de todas las  edades  y no faltarán entre ellos los veteranos que aún sobreviven,  aquellos que disfrutaron de  sus actuaciones en las salas de cine de entonces. Los argumentos de estas cintas tenían el encanto de la autenticidad de las situaciones simples y habituales del diario vivir en los hogares latinoamericanos.




 En el cine mexicano y también el argentino, -en ese orden preferencial- se asían las preferencias del público venezolano. Las comedias, los dramas, las situaciones de comicidad, la música y las canciones despertaban los sentimientos que se adentraban en los corazones de una sociedad sencilla, idealista y espontánea, lejos aún de la tecnología que vendría después y que ni siquiera se sospechaba. 




Nuestro personaje de hoy, amables y consecuentes lectores fue el actor que más se le idolatró en su país y en muchos países de habla hispana. Había nacido en Sinaloa, México  en 1917. Comenzó a incursionar en el cine en 1939, en papeles secundarios donde todavía pasaba desapercibido. En 1944 filma, “Escándalo de Estrellas”, ya con un papel más protagónico, aunque sin embargo lejos aún de aquella película que lo consagrara definitivamente como probablemente el mito más encumbrado y amado del cine mexicano y que filmara en 1947, “Nosotros los Pobres”. 




 En esta como en casi todas sus películas representó al hombre sencillo y cordial, de familia, buen amigo, pleno de simpatía, cariño y de buenos propósitos; amado por todos y al que se le toleraban las picardías y la inconstancias propias de un estereotipo muy arraigado en la identidad hispanoamericana. Despertó  en el público de todas las edades y sexo los más caros sentimientos y todos encontraban en sus personajes una afinidad compartida. 


  En su corta vida, (murió antes de cumplir los 40) apareció en más de 60 películas y grabó más de 300 canciones. Fue galardonado fuera de su país por su actuación el la película “Tizoc” (1956) en la que se hizo acreedor al Oso de Plata (Berlín) como el mejor actor principal y al Globo de Oro (Hollywood)  a la mejor película extranjera. 


Aquellos que aún lo recuerdan y se ocupan de demostrarlo al mundo por medio de la WEB, nos hablan del talante atento y cordial de Pedro Infante, cuando alguien  tocaba a la puerta de su casa y al abrir les decía con su tonada inconfundible de charro mexicano:   


“-¡Pero pasen, no más, no se me queden ahí, que esta es su casa. Pasen, ándele!!!,-”. "Y con su característica sonrisa franca y abierta se hacia a un lado para hacer entrar a sus visitantes a los que agasajaba con un cuidado y una generosidad extrema, cuidando de que no les faltara de nada y pudieran compartir con él su felicidad y su alegría."


 Es entonces amigos lectores, que esa personalidad tan apreciada y recordada,  vive en la idiosincrasia de nuestros pueblos y no se aparta de sus más entrañables ideales, a pesar de la irreverencia  de estos tiempos, donde aún  y con  nostalgia nos motiva decir…, si yo fuera Pedro Infante…
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