Una crónica del diario vivir en Venezuela...
Juan Yáñez
Días pasados estuve a punto de pedirle a un chofer de un transporte público,
aquí en San Juan de los Morros, que parara su vehículo, para bajarme por la
forma irracional de conducir.
No era yo el único de los que viajábamos
que mostrara una justificada angustia por el exceso de velocidad, las maniobras
violentas y peligrosas que atentaban contra nuestra seguridad y la de los que
circulaban por la vía, vehículos y peatones.
Opté por reclamarle en alta voz y furioso,
y hasta algunos se animaron y me hicieron coro.
El chofer un alborotado; por su
aspecto, definitivamente bronco y grosero, inhibía porque la respuesta hacia
nosotros, sus demandantes podría estar ajustada a su estampa.
Viejo zorro en estas malas mañas, este
individuo luego de mirarnos hostilmente, a través del espejo retrovisor,
automáticamente cobró mesura, como si nada hubiera pasado. Seguramente sopesó
las consecuencias de continuar así la marcha, o acaso de lanzarnos una
respuesta precipitada cuando son muchos los que protestan y con sobrada
inquina. Suponemos que por instinto eligió la conveniencia de “meter violín en
bolsa”, como dice el Perogrullo y continuar su ruta con normalidad.
Agresiones similares, o de diferente
forma, abusos, delitos de todo tipo, de la mayor gravedad, atracos, homicidios
y paremos de contar, se viven a diario en nuestro país y en otros con parejas
connotaciones.
Las estadísticas son lo suficientemente
claras, mostrando que la cantidad de delitos contra las personas, unida a la
perdida de los valores de una sociedad es directamente proporcional a la
corrupción de su sistema de gobierno. Gobernantes, sus acólitos o allegados y
sus representantes gozan de la más absoluta impunidad y esta se hace
extensiva a la delincuencia común quienes medran gracias a la indiferencia y también al apoyo gubernamental, que utiliza
esta ralea como fuerza de choque y hasta los arma y uniforma como tropa
oficialista. Un obtuso despotismo en desmedro del resto de la sociedad, que
soporta, calla o muestra indiferencia, porque teme represalias.
Venezuela ocupa el primer lugar en el
mundo, de muertes por violencia y registra que solo el 7% de los homicidios son
resueltos y el 93% permanece impune. (*ver datos abajo, en Apendice)
Viene a nuestra memoria, Facundo
Cabral, ese cantautor que hiciera con sus canciones y sus glosas un compendio
de la filosofía de la vida, (y que lamentablemente perdiera la vida en el 2011,
en un hecho delictivo, en la ciudad de Guatemala). Este artista platense, había
nacido en La Plata, Argentina, poseía un fino humorismo, pleno de
suspicacia. Jamás desertaba en sus presentaciones, de dejar una
enseñanza, para ponernos a pensar y de hecho sacar conclusiones, para aceptar
este mundo con sus aciertos y errores. Empleaba un estilo metafóricamente
inducido para que nadie se sintiera directamente aludido y a la vez sonriendo
reconociera sus propios errores o tal vez los, ajenos, aunque estuviera metido
hasta el cuello en la culpa o en el error.
El tiempo está más cerca de la sabiduría,
que de la ignorancia. Un filósofo dijo una vez “el tiempo es gran señor y
grande el tendal que deja”. Vivir es sinónimo de perseverar, de
debatir, de bregar, de reconocer nuestros errores y enmendarlos si fuera
posible, de exigir aquello que es justo. Lo que no es conveniente es aceptar
como válido aquello que esté mal hecho y que estuviera bajo nuestra responsabilidad, mejorarse o transformarlo en
bueno, si las circunstancias lo permitieren.
De equivocados está el mundo lleno y
es compromiso de los justos, que el respeto por los derechos y la vida de los
demás no sea quebrantado por nada, ni por nadie.
En Venezuela la irracionalidad se ha
vuelto un mal endémico y pareciera que la PAZ, ha quedado apenas en ser una
palabra breve de solo tres letras. PAZ también significa RESPETO, DECENCIA,
JUSTICIA, y muchas otras cosa más en las que no debe faltar la VALENTÍA.
Con toda seguridad, hoy si Facundo Cabral
cobrara vida, sería aún más implacable con sus canciones, propias de un rebelde
con causa, que nos haría recordar en sus letras, que imperdonable es para
los gobiernos obrar contra su propio pueblo y del mismo modo seremos
corresponsables los habitantes, cuando nos comportamos indiferentes ante las
injusticias. Todo ello es señal de cobardía, es acción perversa que
envilece el alma.
* APÉNDICE
Fuentes de la
Universidad Central de Venezuela dicen que la nación, lidera el ranquín de
la
violencia mundial,
donde por cada 100 mil habitantes, 44 son asesinados a tiros. En América Latina
el promedio es de 30 homicidios por cada 100.000 habitantes. En Venezuela es 44
homicidios,
es decir que estamos un 63% (19 homicidios) por encima de la media
latinoamericana y según la
UNESCO es la tasa más elevada del mundo. Ello significa que aproximadamente,
cada media hora
ocurre un asesinato en nuestro país.Expertos en
las distintas áreas del sistema de administración de justicia coinciden en que
sólo 7%de los homicidios cometidos son resueltos
y 93% permanecen impunes.