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CUANDO EL MUNDO SE VUELVE CHIQUITO
Juan Yáñez 21 de octubre de 2012
"El sentido moral es de gran
importancia. Cuando desaparece de una nación, toda la estructura social va
hacia el derrumbe." Alexis Carrel
Aquel que no
perciba que el espacio político del cual se vanagloriaba el presidente (aún) saliente,
Hugo Chávez, que tiene su tiempo irremediablemente contado, seguirá creyendo que es posible
tapar el sol con un dedo. Entre tantas causas, la más insalvable, la salud, ese estado físico necesario para permanecer
en la vida, no puede con panaceas, emplastos o calmantes mantenerse
indefinidamente habiendo una enfermedad tan maligna de por medio. Poco se sabe
porque todo se oculta; pero por lo que se filtra u observa a simple vista,
la enfermedad del presidente sigue su curso.
Tampoco se puede mantener,
después de las elecciones, la camuflada
idea del oficialismo: Que la gente se
sigue creyendo el cuento de Caperucita Roja, o aquellas “de vaqueros” que con
tanta vehemencia suele contar el comandante.
A esta altura de las circunstancias no son tantos los que aún se siguen
chupando el dedo. Bien lo saben ellos, que la mayoría se lo chupa aparentando
ingenuidad, con la finalidad de recibir aquello que se les ofrece para comprar sus
conciencias. Pero está claro, que para
dar hay que tener, (ya no se dispone de tanto) certeramente no solo con promesas, con discursos dados al
boleo, sino también para continuar las dádivas es imprescindible mantener
la bodega llena con lo que se ha de brindar.
La economía no se improvisa, es una
ciencia exacta que evidencia que los números no le cuadran al gobierno. El oro,
los lingotes de ese metal precioso que sustenta la moneda, que bien guardado estaba
en Londres y que se trajera al país para “mejor cuidarlo” que representan el
patrimonio y las reservas de la Nación, no del gobierno de turno y nos
pertenecen a todos, como venezolanos. Es bien
sabido que el régimen lo está vendiendo por churupos, para hacer frente al desbarajuste económico de
proporciones que aún se mantiene tan oculto como la salud del presidente. Se
está raspando la olla y se está hipotecando el país y su futuro. Se destruyó a
mansalva el aparato productivo privado y si eso no alcanzara, el ingreso
petrolero va en descenso por la incompetencia administrativa oficial, la caducidad
de los equipos y la falta de mantenimiento. Hasta la gasolina que malgastamos
por su ridículo costo, el gobierno la importa a precios internacionales,
descomunalmente altos. Evidentemente estas
políticas de despilfarro no podrán mantenerse y terminarán sin que medie mucho
tiempo, en un pozo ciego del cual será imposible salir sin un maremágnum similar
a un tsunami que habremos de soportar y no nos quedará otra que padecerlo. En
contraste muchos que se enriquecieron y aún lo hacen a costa de las
ilegalidades e impunidades tendrán sus recursos a buen recaudo en el exterior y
sus maletas prontas para cuando llegue la hora. Mientras el gobierno a modo
similar que la implacable e imparable metástasis, cierre, expropie, clausure; acabe con el empleo,
destruya sistemáticamente lo poco que queda en el comercio e industria y se
transforme este país en una Cuba castrista. Desde hace tiempo es endémico el
“via crucis” de hallar productos esenciales, hasta lo importado escasea, a
pesar de que se importa casi todo.
Mientras se continúe nacionalizando las industrias básicas o de otra naturaleza
que se transforman invariablemente en ineficientes e improductivas. Que se
continúe malversando los recursos, se acepte la corrupción generalizada de los
funcionarios.
Sin
duda nos dirigimos hacia la adversidad, conducidos delirantemente hacia el maligno afán de pretender afianzar el “socialismo
del siglo XXI”, un disparate gigantesco que pretende instaurar la pobreza como modelo político-social;
un desvarío personal de Chávez, enfermo de un absolutismo paranoico, caprichoso
y malicioso.
Somos de la
opinión de que los tiempos de la espesura ya se están raleando e inevitablemente llegará el
agotamiento del sistema.
Luego de las elecciones, la oposición
representada por al menos 6 millones y medio de almas ya consiguieron preocupar
al chavismo. No le será fácil al régimen lidiar con las divergencias que se
originarán por una oposición fortalecida y en expansión. Ha nacido un nuevo
liderazgo, que exigirá cada vez más al gobierno, respeto, acatamiento a las
leyes y procedimientos. También gravita la opinión pública internacional, cada
vez más desconfiada y convencida de que la democracia venezolana no es tan
democrática, ni tan constitucional como el régimen clama. En líneas generales,
al oficialismo no le quedará otra opción que ajustarse a nuevas exigencias,
abrir espacios de participación y diálogo sin condiciones con su contraparte
para evitar males mayores, así evitarán
que el mundo se les vuelva chiquito.