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Juan Yáñez
El sentido moral es de gran importancia. Cuando
desaparece de una nación, toda la estructura social va hacia el derrumbe. Alexis Carrel (1873-1944) Biólogo y
médico francés.
Si la democracia, o lo que así se hace llamar, carece de moral y para completar notamos que también
esta escasa de luces, nos encontraríamos ante una situación extremadamente perversa.
En el plano político, la inmoralidad
se sustenta en el despotismo y la ineptitud para gobernar, ambas
son una constante en los pueblos sometidos, aquellos que sus gobiernos ostentan
falsos valores democráticos, que asociados a la intolerancia y la necedad, hacen
que sus gestores hagan todo lo posible para perpetuarse en el poder. Es el continuismo político uno de los vicios más repetidos en las
pseudos-democracias de hoy día, cuando más que nunca, bullen con disfraces de legalidad. Aceptado es y a la vez imperioso que las
democracias modernas se atengan a las reglas que hacen que esa forma de
gobierno respete las premisas fundamentales del sistema y se aplique debidamente el principio de alternabilidad, que permite el cambio periódico de los
gobernantes. Existen mecanismos que emanan de la Constitución Nacional, fundamentalmente por medio del sufragio, que permiten la participación de partidos o
personas ajenas a los que están en el poder para que accedan al gobierno. La Venezuela de hoy inmersa en un amasijo
de ideas descabelladas, ineficiencias, violaciones a todos los derechos
posibles, menoscabo y manipulación de los poderes y para acabar con tanta
insensatez aquí resumida, agregaremos la destrucción sistemática y maligna de
la totalidad de las instituciones, que para diversos y convenientes propósitos hacen
que una nación sea libre, digna y competente. Lejos de avanzar hacia un mejor
destino, hemos hecho un camino inverso, que nos ha llevado hacia un descalabro
generalizado e inaudito, entre los más perniciosos que hayan existido en la
historia. A este infausto estadio hemos llegado, amables amigos y consecuentes
lectores, pero distantes de abatirnos, no nos queda otra elección que desarrollar
la entereza y el compromiso que nos obligan las circunstancias para poner fin a
esta calamidad por medio de sufragio.
Seamos concientes que no existe otra alternativa posible que ejercer el derecho
a voto y éste se practica concurriendo a votar con la mayor disposición y
entusiasmo. Los tiempos están llegando, se aproxima la hora poner freno a la
barbarie; decididamente maligna que supone la permanencia de un gobernante que
ha violado hasta el cansancio normas, leyes y todo lo decente que un estado
debe preservar. En este siglo, cuando ya la ciencia ha dado comienzo a un
descubrimiento trascendental para controlar la energía, que ocupa la atención
de la comunidad toda, la política y el escenario social lucen desfasados en
este país y otros del mundo. Ya la generalidad de los pueblos no respalda la
inercia y la insensatez de gobernantes que se enquistan en el poder para el
usufructo del mismo. Es necesario rechazar a los gobiernos megalómanos que hacen hasta lo inadmisible y aborrecible
para mantenerse en el poder. De allí partimos para cimentar una tribuna para
animar a aquellos que aún no alcanzan a medir las consecuencias que el continuismo político se ha arrogado en
esta tierra. Desde impropias arengas llenas de mentiras, hasta la estolidez más
inaudita han plagado el escenario electoral en que trata de favorecerse el
oficialismo. Muestra de ello son las palabras del primer magistrado quien
criticó el pasado viernes 6 del presente, a miembros de la oposición que se
valen del pensamiento del Libertador, Simón Bolívar para alertar sobre el
peligro del continuismo en el poder,
expresando que él es un redistribuidor del poder. "Yo oía hace poco al
candidato de la derecha tratando de confundir cuando se refiere a la frase de
Bolívar que indica que es negativo que un individuo se mantenga mucho tiempo en
el poder", dijo y continuó diciendo:
"Creo que Bolívar se refería al poder en las manos de un solo hombre. Mi
intención no es esa, es redistribuir el poder. Soy un redistribuidor del poder
para darle más al pueblo. No se trata de un hombre en el poder, sino de un
pueblo en el poder", agregó.
"Me río de voceros de la derecha que dicen que Chávez simboliza el
continuismo. Nosotros somos la continuidad del proceso revolucionario. Que
nadie se equivoque", enfatizó el primer mandatario. Notamos en su
arenga que lejos de justificarse, salir a airoso y paso sereno, se enreda aún
más en sus propias palabras. Ninguno desconoce en esta patria y en el mundo
entero que nada, ni nadie está por encima de su voluntad y megalomanía.
El candidato de la
oposición no necesita la menor justificación para demostrar sus aptitudes En su
experiencia como gobernante ha dado suficientes pruebas de autenticidad personal
y distinguida valía en sus gestiones como alcalde y gobernador que le ha
correspondido asumir. En estos tiempos dificultosos
es menester que los gobernantes sean incorruptibles y con aptitudes gerenciales,
que se ocupen de administrar con la mayor eficiencia y buena voluntad y no para
eternizarse en el poder. Pasen un feliz
domingo, amigos todos…
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