Los Hermanos Grimmm |
EL REY ESTÁ DESNUDO
Juan Yáñez
Publicado en el Diario La Antena de San Juan de los Morros, Venezuela, el 05 de junio de 2011
Sí amigos lectores, el rey está desnudo, nada lo cubre, se contonea de aquí para allá como un bailarín de reguetón, como Dios lo trajo al mundo; hace morisquetas, canta, ríe; todavía no llora porque aún no le toca llorar, pero ya llegará el tiempo de ello. Mientras tanto habla, habla y habla.., en su infatigable discurso aborda temas que él supone son de suprema importancia, de alta política, de liderazgos de proyectos que están tomados por los pelos o son puro cuento. Con la mayor naturalidad del mundo se expresa, comparte lo serio con lo trivial, lo anodino, lo intrascendente y lo hace con su particular suficiencia y gracejo. Tiene seguidores, que más que eso son cortesanos, que están siempre presentes a su alrededor, atentos a su discurso. Es oído y festejado por ellos, que hacen de la adulancia un medio de vida; ellos también sonríen, fuerzan alguna carcajada, porque no les queda otra; tienen que mostrar su estudiada complacencia palaciega, porque el rey no admite la adustez y menos aún las caras largas o el ceño fruncido. En palacio todo es optimismo y entusiasmo, por lo menos en apariencia; nadie se atreve a apartarse de esa ilusión, a pesar de que la brisa trae aires que anticipan mal tiempo.
Existe en algunos, que allí se solazan, una cierta inquietud; la exultación les ha mermado, quizás ya no están tan claros en sus valoraciones como al principio, sin embargo deben mantenerse halagando al monarca para no perder sus privilegios, favores y por sobre todo para no caer en desgracia. Fuera del palacio nada está tranquilo. Los súbditos han conmocionado todo el reino y ya no hallan que hacer para hacerse oír. A diario diferentes sectores del pueblo, que incluye hasta a los afectos al monarca, como también aquellos que lo desaprueban, se quejan y lo hacen por diferentes métodos. Últimamente algunos han mostrado actitudes cercanas al sacrificio o la inmolación.
La situación se complica cada vez más y cada vez son más los quejosos; no dan tregua, cuando apenas se logra calmar a unos, surgen otros y el ambiente se convierte en el cuento de nunca acabar. Lo malo de todo esto es que no tiene nada de cuento, no es ficción, es la pura realidad. Sin embargo nos estamos valiendo de un cuento de los hermanos Grimm, titulado “El Rey está Desnudo” para ilustrar acontecimientos con auténticos visos de realidad. Lo cierto es, amables y consecuentes lectores, que el rey de nuestro cuento siempre está deseoso de que lo alaben para sentirse a sus anchas y así lograr su propia estima. El vestuario es para él, de suma importancia; es un consumado comediante que viste con ensayada informalidad, también con uniformidad, con ropa de variadas tonalidades y tampoco le faltan sobrias prendas de afamadas marcas.
Es nuestro rey un personaje que vive inmerso en la ficción, que nada tiene que ver con ninguna monarquía existente o acaecida, ni sabe de potestades de naturaleza nobiliaria, ni nada por el estilo. Hecha esta aclaración seguiremos ocupándonos del cuento; la historia prosigue con la preparación de un acto de gobierno de particular importancia para el reino; su Majestad quiere mostrarse elegante, con prendas distinguidas. Para ello convoca a un sastre de reconocida fama que le han especialmente recomendado; un capacitado artista capaz de realizar un traje antes nunca visto, que lucirá en esa importante celebración. Acucioso el sastre, inmediatamente después de convocado comparece en palacio y luego de tomarle las medidas, le hace saber a su majestad que la prenda que le confeccionará no será un traje cualquiera, sino una vestidura con atributos mágicos. El rey queda sorprendido, encantado, más aún maravillado y sumamente complacido con la propuesta. Continúa el sastre alabando las bondades del atuendo que realizará, pero hace una importante advertencia: El traje, dada su naturaleza mágica, solo podrá ser visto por personas inteligentes, a los necios les será imposible advertirlo.
El rey no cabe dentro de sí, encantado con las palabras del sastre, encarga la prenda y exige celeridad en su confección. Pasarán algunos días y el sastre volverá, ya con la prenda acabada y dispuesto para la prueba. En el recinto real le aguarda el rey rodeado de sus allegados y presuroso se dispone a que se le vista con ese encantador traje mágico. El modisto hace ademán de retirar la prenda de un vacío envoltorio y asume actitudes de estar cubriendo el desnudo cuerpo del rey. Como ya habrán advertido los amables lectores, no hay ningún traje, como tampoco el sastre es sastre, sino un pícaro de siete suelas, que atraído por la fama de ingenuo y manirroto que el rey ostenta y dispone a su discreción el tesoro del reino. Este incorregible pillo ha encontrado una fácil forma de hacerse de dinero sin mayores esfuerzos e impunemente.
El rey frente al espejo se observa y se ve tan desnudo como antes de vestirse, sin embargo recuerda prontamente de la advertencia del sastre: “Solo podrá ser visto por personas inteligentes”. Y es entonces que para no pasar por necio, simula agradarle la prenda, felicita al artista y luego de ordenar su pago le despide. Sus ministros tampoco quieren parecer necios y menos aún contrariar al rey, por ello alaban el invisible vestuario y fieles aduladores de oficio simulan quedar encantados con el atuendo y se atreven hasta lisonjear al monarca por su pretendida elegancia.
El rey sonríe complacido, ha sido halagado, distinguido y cree ya disponer de un maravilloso vestido para aquella importante ceremonia. Llega el día de la celebración, el rey hace su entrada al recinto dispuesto para tal fin, con su acostumbrado aire displicente y altiva expresión; en medio de los aplausos de los cortesanos desfila desnudo. Se dirige hacia el sitial de honor con paso imponente, entre loas y vítores. Al ubicarse en su trono se hace silencio, el rey adopta una expresión acorde con la gravedad del momento, se encuentra en un estado de sublimación muy intensa, cuando de pronto se oye la estridente voz de un niño que grita: ¡Pero si el rey está desnudo! Es entonces que el rey confundido se pone de pié, apenas logra controlarse; intenta cubrirse y de inmediato evidencia el engaño; se desploma sobre el trono, avergonzado, humillado y luego de un instante de ira comienza a llorar desconsoladamente. Todos los invitados socarrones y simuladores, se miran unos a otros turbados, como si hubieran despertado de un embotamiento y en sus pávidos rostros comienza a hacerse presente una obscena, bochornosa expresión de deshonra y vergüenza.
Fueron los hermanos Grimm fecundos escritores de cuentos para niños que además de entretener, consiguen educar. Éste que hemos elegido, es una parodia de las impropias situaciones que salen a la luz, cuando la política es manejada por politiqueros sin oficio ni dignidad. Se les hace difícil de entender, a ciertos gobernantes, que el Poder es un servicio y no un estatus, ni una forma de vida. Situaciones de comicidad y ridiculez de similares características se han repetido a lo largo de la toda la Historia , amen de otros actos viles y terribles que partieron de aquellos que detentaron poder. Sirva entonces la literatura y en especial los cuentos para niños para ponernos a pensar, logrando de ese modo aprender para posteriormente educar…Pasen un feliz día, amigos.
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