Juan Yáñez
Publicado en el Diario La Antena de San Juan de los Morros, Venezuela el 30 de enero de 2011
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El Dr. Merengue del cual emerge su "otro yo" ante una atractiva secretaria |
Muchos de ustedes, amables y consecuentes lectores recordarán las tiras cómicas de este famoso personaje, que fuera creado por el genial dibujante argentino, Guillermo Willy Divito. Si la memoria no nos falla, en el vespertino “El Mundo” o quizás en el matutino “Últimas Noticias” de Caracas, era donde se publicaba diariamente esta historieta. El Doctor Merengue representa a un respetable caballero de impecable presencia, atildado en el vestir, pleno de simpatía, sumamente comedido y obsequioso. Es un gran simulador, aparenta ser capaz de las solidaridades más desinteresadas y trata a las personas con una especial consideración y afecto. Sin embargo todos sus actos obedecen a una estudiada pose, a un ventajismo, a un interés fingido, que su dibujante, al final de las secuencias de la tira, lo descubre tal como en realidad es.
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El "otro yo" del Dr. Merengue |
Allí aparece el verdadero Dr. Merengue que emerge en su “otro yo”, en una fantasmal figura, grotesca y de ramplón aspecto, que se expresa vulgarmente, sin poder ocultar su perversa y verdadera personalidad.
En el plano humano, seres de esta naturaleza poseen el morbo de la doble personalidad, similar a la que mostrara el escritor Robert Louis Stevenson en su novela “El Dr. Jeckyll y Mister Hyde. El primero de estos dos personajes representa al bien y el segundo definitivamente al mal, pero ambos son en realidad una sola persona, tal como lo es el “Dr. Merengue”. Así de sencillo, amables lectores.
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El escritor Robert Louis Stevenson |
Estas “poses humanas”, tan artificiales, fingidas y a la vez tan lejanas del verdadero significado de hombre de bien, exigen a aquellos que así se comportan un constante y formidable esfuerzo. Más sencillo y saludable sería emplear esa energía para despojarse de esa indigna y comprometida personalidad. Estos aparentes “hombres de bien”, en su trajinar muchas veces se les ven las costuras, o más irónicamente dicho, “se les nota la clase...” No pueden constantemente ocultar sus mañas; lo advertimos en sus discursos, en su forma de vida y en sus acciones. Si se les descubre, tratan de escurrirse y si no lo logran se incomodan, se comportan de forma agresiva o cínica y no pueden ocultar su hipocresía. Subvaloran o niegan las evidencias, o echan sus culpas a otros y así infaliblemente salen a la luz sus metiches y falsedades. Personas así, están cubiertas de una delgada capa de barniz que oculta su desmedido y artificial EGO y una malsana y engañosa aptitud para las triquiñuelas y simulaciones más execrables.
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Las múltiples caras de un farsante |
Individuos de estas características siempre han existido y aún pululan a nuestro alrededor.. Los encontramos en diferentes escenarios de todos los niveles imaginables, infaltables en todas las relaciones humanas y sociales. Se les encuentra en disciplinas tan trascendentales como la filosofía, también particularmente en la política los hay, en la ciencias, en la religiones, en el arte, en todas las profesiones o actividades humanas, con la finalidad de sacar partido u obtener algún provecho. Personifican a un esteriotipo por demás indigno de la condición humana; son personajes capaces de las trapacerías más insignificantes y también en las perversidades más malignas. Los primitivos doctores Merengues de la historia, de los que ha quedado evidencia escrita, los encontramos en la Grecia Clásica.
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El sofista Gorgias |
Allí se manifestaron los sofistas más prominentes de la Civilización. Estos fueron hombres cultos y hábiles, que con elocuente retórica se valían de los sofismas para defender o persuadir aquello que era falso.
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Sócrates |
Es Sócrates, el filósofo y pensador más encumbrado que ha existido, quien establece los fundamentos de la ética y la moral, quien los desenmascara y amonesta. Platón deja constancia de ello en sus célebres Diálogos. Los ejemplos a través de la Historia son muchos y no es nuestra intención sacarlos a la palestra, pero sí advertirlos y aprender a sopesar sus intenciones de la misma manera en que Jesús de Nazareth previno a sus discípulos, de todos los tiempos y que dejara su apóstol Mateo, indeleble en el Evangelio con la concisa sentencia: Por los frutos los conoceréis. Jesús valiéndose de esa metáfora nos induce a reconocer el corazón de las personas por sus obras, de la misma manera que se reconoce un árbol por los frutos que produce.
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Jesús de Nazareth |
Es entonces amigos oportuno reconocer a esos inconvenientes seres que no dan tregua en la credibilidad de aquellos que son más débiles, más inexpertos, ingenuos y confiados sin medida y están también los que son sus protervos acólitos y se les alían para tomar parte en el festín. Están allí en el ruedo existencial como estamos todos, se acomodan en los espacios que los favorecen, pero su consistencia no soporta la firmeza de la VERDAD. Ante ella no existe ningún Dr. Merengue que sea capaz de resistir su presencia, magnitud y menos aún su rigor…Pasen un feliz día, amigos todos.
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