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Bienvenidos amables amigos y consecuentes lectores de nuestra................. COLUMNA DE PAPEL

Blog de Juan Yáñez, desde San Juan de los Morros, Venezuela....

LA FINALIDAD DEL PRESENTE BLOG ES PARA EXPRESAR IDEAS, COMENTAR LO QUE CONSIDERAMOS DIGNO DE ELLO Y HASTA PARA DECIR LO INCONVENIENTE SI FUERA NECESARIO...




Señorita, póngame otro cero…!




Juan Yáñez

                                             De nuestra lejana niñez, algunas veces, surgen recuerdos que a pesar del tiempo transcurrido lucen tan frescos como si hubieran ocurrido ayer o temprano en la mañana.  Habitualmente, la nostalgia se hace presente y obra para que recordemos con el mayor cariño aquellos sucesos que a través de la vida  nos han dejado una huella positiva.  A propósito de ello, amables lectores, mereció que  un domingo de los tantos que con Bruno, un amigo de muchos años, con el que acostumbramos a desayunar en casa y  a primera hora, en que nos complace conversar e intercambiar ideas. 

En aquella oportunidad, la situación político-social o de otra naturaleza que impera en esta convulsionada sociedad, condicionó que abordáramos el tema del valor o la  valentía. Respecto a cualquiera de esas cualidades, coincidimos que lucen tan escasas en estos tiempos, que más que virtudes humanas, dejaron de serlo, para convertirse en una inalcanzable y suprema dignidad, propia de  los dioses. 

Aquella mañana Bruno ilustró la conversación con una anécdota acontecida en sus años escolares. El recuerdo se ubica en el salón de clase de un segundo o tercer grado y nos dice:  En una precisa oportunidad la maestra increpa a un alumno que se encontraba charlando con un compañero, le expresa resueltamente y a boca de jarro: --García, tiene un cero por conversar sin permiso. García, quien era el mejor alumno, un niño en apariencia dócil, a más discreto, aplicado y de excelente conducta. Calló, recibió estoicamente el desproporcionado castigo, mostró una expresión apesadumbrada,  quizás vergonzosa… y la cosa, en apariencia quedó allí.   Pero no fue así.  Pasaron unos instantes… y García reacciona como un resorte y valientemente dice: --¡Señorita, póngame otro cero…!

Se hizo un silencio absoluto, que se podía cortar con un cuchillo… Ni la maestra, ni los alumnos, dijimos ni pío. Luego de unos embarazosos, momentos la maestra, inmutable continuó con su clase, su rutina y no se habló más del asunto…

Bruno acabó su relato y ambos sonreímos; sobraban las palabras. ¿Para qué decir más?. Sin embargo en esas sonrisas compartidas había mucho para decir y lo decía sin impedimento el silencio y en un instante apenas.

Nos decía que…, imprescindible es el valor, porqué si careciéramos de esa virtud, aquellos que suponen haber  alcanzado un alto grado de espiritualidad, o de conocimiento, nada habrían logrado, pues el valor va aunado a la santidad o a la sabiduría.
Aceptar y callar son virtudes cuando se asocian con la humildad, más no, cuando el miedo o el temor se enseñorean en nuestra mente, desplazan a nuestra conciencia y entonces pecamos por omisión, que suele ser cobardía…

Terminando la reunión, Bruno ya se despedía y en la puerta le pregunto: --Y qué pasó con los ceros…?


--En el boletín de calificaciones de García nunca figuró ningún cero…—Respondió Bruno, montándose en su camioneta…


Bruno, su esposa Zaida y mi compañía, en una ocasional visita al Monasterio San José, en Güigüe, Estado Carabobo, Venezuela