Juan Yáñez
Publicado en el Diario La Antena de San Juan de los Morros, Venezuela, el 20 de marzo de 2011
Derecha e izquierda son conceptos de uso tan elemental y corriente que formaron parte en las primeras manifestaciones del desarrollo de la mollera en el hombre, que lo diferenciaría de cualquier otra criatura. Al caminar erguido y disponer de sus manos para manejar herramientas, marcó el inicio de un estadio de su evolución, que la ciencia que viniera mucho después lo distinguiera con el pomposo calificativo de Homo Sapiens. Este noble bruto, amables y consecuentes lectores, es nuestro antepasado común. Le decimos noble con toda propiedad, porque en realidad lo era y aún lo sigue siendo, sin haber perdido tan siquiera un ápice de ese divino atributo, a pesar de muchos comportamientos innobles, inapropiados o definitivamente irracionales que le hemos evidenciado a través de la historia. Y bruto sin el menor atisbo de desprecio o injuria, sino por la rudeza de su comportamiento ante las duras eventualidades de la naturaleza, que le tocara soportar, asimilar y superar. Desde que el Creador nos diera vida a través del soplo divino, la criatura humana se convirtiera en su obra más suprema y a la que le dedicara hasta nuestros días una especial atención y entusiasmo.
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Homo Sapiens |
A pesar de nuestra falibilidad e inconsistencia, hemos evolucionado más que cualquier otra especie animal, desarrollado conocimientos científicos, realizado empresas sorprendentes y arriesgadas; creado máquinas maravillosas que realizan un sin fin de aplicaciones que facilitan y mejoran la vida; explorado el espacio exterior; el haber llegado a la Luna; también se han desarrollado las comunicaciones con los que se conectan hasta los lugares más recónditos del globo. En este último medio siglo se ha logrado dentro del ámbito de la ciencia y la tecnología, más avance que el obtenido en todo tiempo anterior. Sin embargo a pesar de haber logrado todos esos adelantos, a partir de nuestras propias capacidades intelectuales, nuestro comportamiento en el campo social, político, religioso, moral, económico, etc., aún dista de ser aceptable. Hace poco, hablando de política expresamos que esta última, cuando se le practica sin ética, es mera politiquería y esta praxis se ha extendido por el mundo entero. Hoy día se han mezclado los conceptos y se han falseado los principios o fundamentos; se han inconvenientemente acomodado situaciones de imposible tolerancia o de viciada conveniencia y tantos otros desafueros de toda índole. Oportuno es comenzar por el principio y enfocar nuestra ponencia para comprender el correcto significado de la derecha y la izquierda política, para luego referirnos al significado de la expresión: agua de borrajas. El primero y el segundo vocablo con que titulamos el artículo (derecha e izquierda) son adverbios de lugar, según la gramática castellana. Son diametralmente opuestos y su aplicación al quehacer político proviene de los lugares o asientos que ocupaban a la derecha o la izquierda del sitial del rey en el recinto de los Estados Generales Franceses en 1788. Una Asamblea Extraordinaria que convocaba el rey de Francia. En el recinto dedicado a ello y a la izquierda del monarca se situaban los representantes del populismo, en las postrimerías del absolutismo, que exigían la participación del proletariado, ya volcado a las calles y exigiendo igualdad de derechos y a su derecha los delegados de la nobleza y el clero que eran de tendencia conservadora, absolutista y partidarios del régimen monárquico. Esas diferencias y el mar de fondo político de aquella época, originarían la Revolución Francesa, verdadera revolución que se convirtiera en bandera universal de los derechos humanos y civiles, y marcarían el final del auge del absolutismo. Esa es la única razón que existe para diferenciar las ideas, llámense de izquierda o de derecha, que sustentaban y que aún respaldan estos grupos antagónicos. En todas las democracias del mundo, el Poder Legislativo está representado por todas las tendencias políticas que subrogan a sus electores. Sus miembros son de diversas ideologías, allí conviven y confrontan bancadas de derecha, de izquierda y de todas las variables posibles de opinión.
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Estados Generales Franceses de 1788 |
No tiene en realidad nada de bueno, de malo; de honroso o pecaminoso sentarse a la derecha o a la izquierda como algunos lo califican, sin saber el porqué de esta situación. Aún van más allá todavía y someten a escarnio cuando reputan desdeñosamente a los sentados o ubicados a la derecha, llamándolos de extrema derecha o con el despectivo agregado de oligarcas, por el solo hecho de disentir. Los que los adversan en sus posiciones tampoco le van en saga y del mismo abyecto modo, los tildan de extremistas de izquierda o de terroristas. Como se puede fácilmente apreciar, amables lectores, se alcanza la categoría más deleznable cuando estas personas se las ubica en las posiciones más alejadas, -a ambos lados- del lugar donde se hipotéticamente se halla el rey. Mucho y hasta el cansancio se ha escrito sobre estas tendencias políticas para que nosotros agreguemos más agua a ese molino. El otro concepto que nos ocupa se refiere al líquido elemento que es indispensable para la vida. En este caso tiene la particularidad de haberse hervido un poco de una hortaliza que crece en España y se le conoce como borraja.
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Hojas de borraja |
El caldo conseguido se le llama agua de borrajas. Esta infusión es sumamente delicada y su grato sabor, pasa casi desapercibido. De allí se origina el modismo: acabar en agua de borrajas, que se aplica a aquella circunstancia que simula tener trascendencia y sin embargo finaliza sin la menor importancia. Hoy día y en otras muchas oportunidades de la Historia, gobernantes de diferentes ideologías solieron y suelen aún ganar tiempo para minimizar su desgobierno, o los abusos y utilizan la llamada agua de borrajas para aquietar las protestas creando en sus gobernados nuevas expectativas, que son tan falsas como sus personas. Hace poco un político habló ante una populosa audiencia que lo escuchaba con fingido entusiasmo porque para ello habían sido convocados. Entre tanta perorata les habló sobre un filósofo y escritor francés contemporáneo. Hasta el sol de hoy nadie de los presentes recuerda el nombre de ese intelectual, ni para que habría sido mentado.
Lo que sí sabe ese público es que no deben dejar de concurrir a esos eventos, porque ellos son el complemento indispensable y necesario para el logro de una correcta representación política y de ello también se vive… Pasen un feliz día, apreciados lectores y amigos.
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