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Bienvenidos amables amigos y consecuentes lectores de nuestra................. COLUMNA DE PAPEL

Blog de Juan Yáñez, desde San Juan de los Morros, Venezuela....

LA FINALIDAD DEL PRESENTE BLOG ES PARA EXPRESAR IDEAS, COMENTAR LO QUE CONSIDERAMOS DIGNO DE ELLO Y HASTA PARA DECIR LO INCONVENIENTE SI FUERA NECESARIO...




DOÑA BARBARA YA PASÓ LOS OCHENTA...





Publicada en el Diario La Antena de San Juan de los Morros, Venezuela el 6 de junio de 2010

Juan Yáñez

Esta novela, la más trascendente de la venezonalidad pasa ya los ochenta años de haber sido publicada. Fue en 1929 en plena dictadura gomecista que su autor adquiriría reconocimiento y nombradía universal por la excelencia literaria de la obra. Rómulo Gallegos era en esos años un profesor de matemáticas que distraía su tiempo libre escribiendo cuentos y relatos breves. Por supuesto no era un aficionado, el talento ya estaba en él y había publicado varios trabajos, entre ellos dos novelas de singular importancia como lo son El último Solar, que reeditaría en 1930 con el titulo de Reinaldo Solar; y La Trepadora.




Gallegos conoció la gloria con Doña Bárbara, que otros grandes de la literatura venezolana no consiguieron y es que en la referida novela, su autor alcanza a despertar el interés hacia lo fidedignamente rural que subyace en lo urbano, presente en toda la idiosincrasia latinoamericana. Ya en 1925 tenía en mente el esbozo de Doña Bárbara. Como la mayoría de los escritores de toda época y nacionalidad que solo conocen lo vernáculo por observación y curiosidad, Gallegos no escapaba de esa invariable peculiaridad.



En 1927 viaja y se establece en los llanos apureños para documentarse sobre la vida de sus pobladores, de sus tradiciones, sus esperanzas y sus desconsuelos. Allí ahonda en la filosofía llanera y le asombra su tenacidad, su bravura y por sobre todo su sapiencia. Descubre las pasiones, la barbarie, las injusticias, la intolerancia, la tiranía y resucita la promesa de las reivindicaciones en la figura de Santos Luzardo, un quijote del llano, que surge como el Ave Fénix de las cenizas de Altamira para luchar contra el atropello de Doña Bárbara, la feroz e implacable dueña, víctima de sus propios resentimientos y tristemente desheredada de justicia en su juventud.




En la novela se manifiestan lo positivo y lo negativo de los arquetipos venezolanos. Complementando a los dos principales protagonistas, hallamos al desvergonzado Pernalete, al desconfiado Carmelito, al cobarde Musiquita, al leal Pajarote y otros personajes de opuestas conductas. Con la fuerza e influencia de los mejores narradores de la España costumbrista, como lo fue Cervantes, Gallegos se erige como un paladín en el espíritu de la metáfora cuando el viejo Melesio se expresa como el Sancho del Quijote, pero sin apartarse ni un ápice de su distintivo venezolano.

Describe el llano en su inmensidad, en su horizonte confundido con el cielo donde el espíritu del hombre no conoce límites; así lo describe Gallegos en la novela:
“¡La llanura siempre! Tierra abierta y tendida, buena para el esfuerzo y la hazaña, toda horizontes como la esperanza, toda caminos, como la voluntad”.

Recoge fielmente las expresiones tradicionales y enriquece ilustrativamente el vocabulario del lector, al explicar el significado de las locuciones; leemos en Doña Bárbara:

“Cachipaliar, es decir, cazar a lazo el ganado no herrado que se encuentra dentro de los términos del hato, es la pasión favorita del llanero apureño.”



Juan Vicente Gómez, a quien por lo menos le habrían leído algunos párrafos de la novela se contagió de su clamor popular y en 1931 lo nombró senador por el estado Apure. Gallegos no aceptó el cargo por ser incongruente con sus ideas, pero tuvo la prudencia de expatriarse a Nueva York, luego va a España y se establece allí hasta 1935, después de la muerte del dictador, regresa a Venezuela.

 Amigos y consecuentes lectores, Doña Bárbara es la obra fundamental de la estirpe venezolana, de su gloria, de su tragedia y también de su incansable esperanza…


Rómulo Gallegos, en el prólogo a la Edición Conmemorativa de los 25 años de la 1ra. Publicación de Doña Bárbara; entre otras líneas escribe:

“Santos Luzardo y Marisela, de pura invención de novelista, pero con formas definidas en las palpitaciones del corazón venezolano. Son, respectiva y complementariamente, la empresa que hay que acometer, una y otra vez, y la esperanza que estamos obligados a acariciar, con incansable terquedad; la obligación de hoy para la sosegada contemplación de mañana”.


           La llanura apureña, sus infaltables corocoras, garzas y potros, presentes en "Doña Bárbara"